lunes, 20 de octubre de 2008

Memoria ¿histórica o histérica?

Acabo de leer el periódico. Es lo mismo uno que otro, pero en éste, aparecía una noticia relacionada con la triste memoria histórica que validaba el principio (inexistente) de anti-contradicción que nuestro Presidente ha puesto en boga. Venía a decir que no aconsejaba investigar una fosa común en el ayuntamiento de Aller porque no había garantías de poder identificar los cadáveres. A continuación la AMH –o una equivalente- sugería que el lugar fuese adecentado para que los familiares pudiesen visitar el lugar en que estaban sus parientes. El conjunto de ambas sugerencias no tiene pérdida. Veamos. No se debe investigar porque es posible que no se puedan identificar los restos, es decir, no saber a quien pertenecen (¿o por si no existen?¿o por si son otros?). Si no se sabe a quien pertenecen los “familiares” que se aproximen al lugar tienen una relación “familiar” basada en la tradición oral, o en cierta información que no se sabe de donde viene. En cualquier caso la familiaridad puede tener atisbos de duda por cuanto pueden ser otros los que estén allí, puede no ser nadie…
Da verdadero asco que se traten con tanta frivolidad los sentimientos, y cuando no es frivolidad, es sectarismo, revanchismo o incluso desconsideración. Hasta yo, al escribir ésto, intento medir las palabras para no hacer daño y si con alguien anónimamente referido no lo consigo, les pido perdón por anticipado. Pero es que la noticia se las trae. Igual que todas aquellas que nacen con una intención escénica e interesada –sea sobre el tema que sea-, aunque en el trayecto siempre cogen a gente de buena fé que se engancha por sentimientos no suficientemente medidos.
Y al final resulta que los que plantean estas cosas, sacan su rendimiento. Desde las primaveras que me acompañan, he escuchado miles de historias de otros tiempos en los cuales las discrepancias eran resueltas (¿) por la vía de los más bajos instintos y cómo muchos desalmados aprovechaban el río revuelto para sus ganancias personales. Quienes lo contaban, con resignación asumían las barbaridades sabiendo, quizás, que también ellos habían hecho alguna. La única diferencia estaba en que ellos lo contaban y otros no podían hacerlo. Era indistinto el balcón desde el que hablaban. Las barbaridades eran las mismas.
Ahora aparecen iluminados para volver a enfocar los balcones (o el balcón) y conseguir rememorar hechos que estaban enterrados ya que es imposible volver atrás. Y no es el tema de la dignidad, que es inherente a la persona. No hay que conquistarla. La tendrá el que la tenía y el que no la tenía no la tendrá, por mucho que muevan la tierra.
Yo también tengo lejanos familiares que me han dicho que están en determinado lugar. Cuando paso por allí, siento lo mismo que cuando paso por donde descansan mis muy próximos familiares en el camposanto. Un recuerdo muy, muy profundo. Muy mío.

lunes, 16 de junio de 2008

¿indefensiòn docente?

Me cuenta un amigo que ha pasado por un muy mal trago. Es docente y da clase en Secundaria, tanto en ESO como en bachillerato. Viene observando en los ultimos años de manera exagerada, el deterioro de su función, la falta de reconocimiento de su trabajo y -lo que es peor- la indefensión que tiene ante la mentira y artimañas. Ante cualquier situación conflictiva de conducta, es él quien aparece siempre como pseudoculpable, y debe demostrar su inocencia. Generalmente, el alumno, es lo contrario.
Me cuenta que el otro día, en un grupo al que no da clase pero cuidaba durante la guardia (un 1º de ESO), un alumno se levantó a pegar -no sabe si en serio o de broma- y pegó, a otro delante de sus narices. Se dirigió al alumno agresor y cogiéndole del brazo, lo llevó a su silla.
Al dia siguiente, un policia nacional se presentó en el centro a pedir su filiación porque la madre del alumno agresor habia denunciado al profesor por AGRESION.
¡Manda ...! como diría el político. Se convocó el Juicio de Faltas a los tres dias, y cuando iban a entrar, el abogado del denunciante, se acercó a mi amigo para venderle un acuerdo, en nombre de la madre. Como mi amigo no aceptase, después de hablar con la familia -el abogado- volvió a hablar con mi amigo y le dijo que habia convencido a la familia para que retirase en aquel momento la denuncia.
Mi amigo lo que quería era que pasase aquel trago cuanto antes, y aceptó pese a que la condiciòn del abogado era que no tomase represalias contra el alumno y su familia.
Ahora está arrepentido de no haber tomado represalias. Ahora piensa que debería haber denunciado -en aquel momento ya- la "oferta", y pedir daños y perjuicios por haber dañado su honor y dignidad. Pero ya es tarde.
De este relato -del cual hay cientos de copias similares en las Comisarías- le quedó la herida en el alma de que, a un mes de su jubilación y despues de 40 años, un mocoso y su familia, utilizando la mentira como argumentos, y la ley como instrumento, le tuvo, inicialmente, tres dias sin dormir con la constante interrogación del ¿por qué a mí?, sufriendo por si su familia se enteraba (no quiso comentar nada y es hoy el dia que no lo ha hecho), y sobre todo por la indefensión sentida y la falta de apoyo en los pocos compañeros que sabían algo, doliendole que los instrumentos de un Estado de derecho, sirvan para promover la mentira y, si de demuestra que lo es, no tengan un instrumento para volver a la ley contra el que intentó hacer fraude de ella para su propio beneficio.
Sencillamente de locos

jueves, 29 de mayo de 2008

Periodistas y políticos ¿intocables?

A nadie (o a casi nadie) escapa el hecho de que los ejercientes de las profesiones del título están habitualmente protegidos por patentes de corso, en función –al parecer- del ejercicio de la libertad que, a fuerza de no ser vetado, necesita unos márgenes de indulgencia elevados.
La gente (o mucha gente), tiene como referencia de opinión, tanto lo que recogen los medios de comunicación (diversos) como lo que opinan los políticos (también diversos). No dispone mucha gente de un mínimo de criterio que le permita opiniones argumentadas porque resulta en general más fácil, coger tal o cual opinión de un medio de comunicación o de un político.
Así cuando un político llama delincuente a otro, está ejerciendo una libertad de expresión que no se le permitiría a un ciudadano de a pié. En el primer caso hay una especie de “derecho de pernada” y lo que dice, lo dice sin ánimo ni dolo, sino expresando una opinión políticamente aceptable. No hace falta que demuestre nada. Vale su palabra.
Con el periodista ocurre lo mismo. En ocasiones se inventa noticias que pone en boca de personas entrecomillándolas, simplemente para provocar respuesta y abrir la nómina de crispación o chismorreo que le facilitará el sueldo. Si se le pide que demuestre lo que recoge, se refiere a “fuentes bien informadas” “anónimas””que no quieren salir en los medios”, etc, acogiéndose a su secreto de “confesión”. ¡Vaya forma de desbragar algo tan sagrado y no precisamente solo en el sentido religioso!.
Indudablemente el titulado periodista ha tenido que formarse en un sentimiento ético e incluso, aunque no de manera explícita como los médicos, acogerse a un juramente similar al hipocrático. Pero en la realidad parece un juramento hipócrita. Precisamente esa línea es muy observable en los profesionales de los medios (los que profesan) aunque no tengan una formación ética mínima. Se acogen a lo que se lleva y provocan situaciones que, quienes las conocen, saben que o no existen, o son muy diferentes, pero en cualquier caso, no noticiables. Son ellos los que las hacen noticiables y curiosamente comienzan a ser ciertas, cuando alguno entra al trapo queriendo aclarar su inexistencia.
Finalmente llama la atención que, cuando un empresario hace publicidad falsa, se le pueda enchironar, y existe legislación suficiente al respeto. Sin embargo, cuando un político incumple lo prometido (publicidad mentirosa), no solamente no se le enchirona sino que, en las elecciones no se le tiene en cuenta.
Lo mismo ocurre con algunos periodistas (incluso los de pueblo). Inventan cuestiones que luego desaparecen porque no existen. Y no pasa nada. Les sugiero que hagan seguimiento de algunas de ellas.

jueves, 8 de mayo de 2008

El honor de una camiseta

Para escacharrarse de risa, no se necesita más que leer la prensa deportiva -con espíritu crítico, eso sí- y observar como a las palabras se les da un valor inadecuado, y a los sentimientos un aval no correspondido.


Después del resultado del Madrid.-Barcelona, algún titular deportivo se refería a que "se ha ensuciado el honor de la camiseta". Vaya ridículo. ¿Desde cuando una camiseta tiene honor?En este campo -y básicamente alrededor del dios futbol- las barbaridades surgen al querer mezclarse negocio con ocio, dinero con sentimiento, cuando ambos conceptos son opuestos practicamente siempre.


Y en general el más práctico de ellos, aprovecha para utilizar al más noble -generalmente el otro- en su propio provecho. Hasta el punto de que los poseedores de los sentimientos no son los mismos que los dueños -si, dueños- de la estructura. Al dueño solo le afectan los sentimientos cuando pierde dinero, y no hablamos de sentimientos nobles precisamente. Mientras, a los forofos, los sentimientos les afectan siempre a la salud.

jueves, 17 de abril de 2008

Zumbar y trasvasar; de miedo

Uno no acaba de acostumbrarse a la interpretación que dan los políticos a las palabras. Recientemente un vasco habló de que "ETA va a zumbar". Cuando éramos niños se hablaba de que vamos a zumbarle la badana a uno, a otro. Zumbar era sinónimo de pegar pero de manera no dañina.¡Le han dado una zumba!, daba a entender que a alguien le habian dado un escarmiento infantil. Pero ¿que tiene de infantil ETA?. Da miedo en ocasiones, pensar la cantidad de idíotas que tenemos entre los que nos representan y el poder que en un momento dado pueden tener. Las "zumbas" de ETA sabemos donde acaban siempre. Tambien es cierto que quien ha utilizado la palabra, sabe que lo normal es que nunca le zumben a él. Pero no deja de ser temerario lo que dice y por supuesto indignante para aquellos que probaron las zumbas de los asesinos.
Con menos miedo, pero tambien con miedo, vemos que los políticos dan a las palabras el significado que les viene en gana. El diccionario no sirva para nada. Así trasvasar no es llevar agua de un recipiente a otro, sino recoger algunas pérdidas de liquido que se pierden, y ello de manera provisional. Antes habian dicho que nunca trasvasarían.
Pero lo que más miedo da, es la ñoñería y el pasotismo de la sociedad que se ha instalado en la resignación, y le acompan en ella los que tienen oportunidad de expresarse masivamente en los medios, los cuales generalmente entran tambien en la dialéctica del significado de las palabras, en vez de aclarar lo que realmente significan.
Sencillamente temerario todo. Veremos donde acaba.

jueves, 10 de abril de 2008

Una hora en clase de la ESO

Era un dia lluvioso como casi todos, pese al cambio climático. Despues del sonido angelical del timbre de entrada, el profesor accede al aula y echa un vistazo general. Hay cinco alumnos. Los demás están por el exterior del aula, haciendo senderismo, visitando a sus amigos/amigas, visitando el chigre, y alguno desaguando. Van entrando sin prisa en el aula, uno a uno, mientras los compañeros que estaban dentro, sentados en las mesas y con los pies en las sillas, continuan con la perorata hablando de no sé qué le hizo no sé quien a no sé cual, que le rompió la nariz el dia anterior en el recreo.
De repente accede Angel. Viene en tromba como habitualmente y se estrella contra una mesa que está a dos metros de la puerta al no poder frenar a tiempo debido a su torpeza, y a que lleva la mochila a la altura del culo con un sobrepeso que añade a su natural preobesidad. Por supuesto, los demás rien a carcajada -algunos sin ganas-, intentando que su risa se situe en volumen sobre las demás. Angel se levanta y -tambien riendo- se dirige a su silla, al lado de la cual, Emilio está sentado. Antes de sentarse Angel, le da un codazo en los riñones (debe ser para que sepa que ha llegado) que deja a Emilio casi sin respiración y ha estado a punto de romperle una costilla.
En ese momento Cristian -el maloliente como dicen sus compañeros- entra por la puerta con gesto como si no fuera con él lo que alli pasaba, y haciéndose sitio por entre las sillas -debidamente desordenadas- al tiempo que componia una sinfonía de ruidos, llega hasta su asiento y lo ocupa mirando al pasillo para, cuando pase Fernando, aprovechar para meterle la zancadilla, lo cual hace en ese mismo momento, dando Fernando un traspiés que le evita ir de narices contra el encerado. Fernando se acuerda de la progenitora de Alejandro pero como es más pequeño, no pasa de ahí la cosa. Fernando, haciendo notar que ha llegado, va saludando a diestro y siniestro a todos los compañeros -a las compañeras ni las mira- hasta que se sienta en su lugar, de manera suave, para evitar que Ivan despierte. Porque Ivan habia estado viendo la tele hasta altas horas de la madrugada (tiene tele, ordenata, mp3, mp4, etc...) en su habitación y habitualmente suspende 9 porque no tiene más asignaturas. En consecuencia, Ivan debe descansar, y mientras no ronque y sea tan grande, cualquiera le tose.
Al fondo de la clase, Ainhoa y Vanesa, cuentan cosas medio inventadas, procedentes de los programas del corazón y las revistas juveniles, pero adaptadas a sus vivencias, utilizando de manera correcta la teoría constructivista. El profe, va pidiendo que se callen y se sienten, pero, salvo Maria, parece que nadie le escucha y cada uno continúa a lo suyo.
En ese momento entra Luis -que siempre llega tarde pero según la normativa, hay que dejarle entrar- y dice no sé qué de que estuvo con el Jefe de Estudios y bla, bla, bla... Siempre cuenta lo mismo y es mentira, pero como la madre es inaguantable, los profesores prefieren aguantar estas conductas del hijo a tener que aguantar las de la madre. Por supuesto con vozarrón para que se le oiga dice: ¡Lo que os habéis perdido: Luis y Cristina se han dado!. Parece que quiere contar alguna pelea. Rapidamente le dice Fernando, ¡Cuenta, cuenta!, y todos se levantan y rodean a Javier para escuchar el sermón. En ese momento, el profesor da un golpe en la mesa y dice: ¡Cada uno a su sitio. Vamos a empezar la clase!. Con mucha parsimonia y algunos comentarios que no pueden transcribirse, van sentandose en sus lugares de clase. Han pasado 25 minutos desde que tocó el timbre. En ese momento Luis se levanta y pregunta: Profe ¿puedo ir al baño?. El profesor comienza de manera muy rápida a procesar la información que tiene: Le han dicho que como son pequeños hay que dejarles ir al baño porque pueden micionar en clase sin querer; sabe que Luis acaba de llegar y en el tiempo que ha perdido podía haber ido al baño; intuye que, inmediatamente despues, Fernando va a pedir lo mismo para acabar de escuchar el sermón; le consta que, salvo a María, lo que pueda explicar en clase, les trae al pairo a los alumnos porque todos van a pasar de curso al ser repetidores. A estos argumentos une otros de su historia docente, y decide: ¡Vaya a donde quiera!.
A continuación llama a María a su mesa, la sienta a su lado y empieza a darle la clase a ella para evitar que se una a la mayoría democrática. En un pispas, sonará de nuevo el timbre para el cambio de clase y se repetirá la escena. En este caso lo único que cambiará será el profesor.

jueves, 3 de abril de 2008

La capacidad de mentir sin ponerse colorado

Desde hace algún tiempo -alrededor de cinco años- venimos observando sobre todo en el mundo político, cómo muchos profesionales son capaces de mentir de manera descarada y demostrable, bien utilizando giros semánticos, bien haciendolo claramente, sin que se le marque ningun rictus en la cara que permita relacionar lo dicho con la mentira.
Y sin embargo nos consta que mienten porque tenemos cientos de argumentos que lo demuestran. ¿Que ocurre entonces?¿por qué les da lo mismo que los pillen en una mentira?. La respuesta está clara: mentir es gratis.
En la enseñanza, actualmente, se observa lo mismo. El adolescente siempre ha tenido tendencia a mentir para salvarse de algo. Ahora lo hace por sistema, porque de todas formas está salvado. Tambien es gratis, y en el peor de los casos, te dicen que lo demuestres.
Recientemente un político docente dijo por los lugares astures, que en la educación lo importante es el alumno. El alumno en el sistema educativo, es objeto de enseñanza. Su educación se consigue en más ámbitos, y fundamentalmente en su familia. En cualquier caso el alumno sí es el principal objetivo -y objeto- de la educación, pero está claro que no es lo "mas importante". Lo más importante son los valores y principios que se le inculcan, entre otros motivos, porque éstos son casi permanentes, cosa que no pasa con el alumno.
Mientras se lleve al ánimo del estudiante que "es lo unico importante", será capaz de mentir ante cualquier situación, porque le saldrá gratis, al ser lo unico importante