sábado, 13 de julio de 2013

UNA SEMANA SIN MOIS


Ha pasado una semana. Siete días sin tener a Mois. Los que me conocéis seguro que sabéis quien era Mois pero para los demás diré que Mois (abreviativo de Moisés) era un gato, hermano (creo) de Nano, otro que marchó a otra dimensión bajo las ruedas de un coche, hace un año. Nano era el zalamero a pesar de haberle extraido sus atributos de macho para que –al parecer- no hiciera excursiones. Murió en una excursión de quinientos metros. Mois en aquel momento era más esquivo, menos cariñoso.

Sin embargo, como si se hubiera dado cuenta de la falta de Nano,  Mois, cambió. Cambió lo que puede cambiar un gato, un  individuo cariñoso cuando quiere serlo, zalamero cuando a él le da la gana, jugueton cuando está de buenas… En el fondo, como todos los gatos, lo que le da la gana cuando le da la gana.

Pero acaban teniendo su rutina y Mois empezó a ser más afectuoso después de la marcha de Nano. Por las mañanas temprano venía a dar los buenos días, miagaba para avisar, subia a la cama para que te pusieras boca arriba y se echaba en tu pecho para que le acariciaras la cara, retorciendo la cabeza hasta que prácticamente te pegaba los pelos del hocico en la cara. Estaba como quince minutos haciendo eso, hasta que te pedía que te levantases a echarle el desayuno. Si te encontraba en el baño –haciendo mayores- se subia al colo hasta que lo echabas de allí. Los ratos libres los pasaba echado en el respaldo del tresillo pendiente de que le diéramos la comida a la abuela. En ese momento se sentaba en la mesa, al lado del plato para ver lo que sobraba para él. De cuando en cuando se tumbaba en el suelo y se retorcía para autorrascarse la espalda, pidiendo que tú le rascases la barriga. Cuando cansaba y estaba satisfecho desaparecia para irse a cualquier habitación a dormir o de juerga nocturna para usar lo que Nano no tenía.

Pero un sábado de mañana nos avisaron de que estaba en una cuneta. Fui a buscarlo y lo encontré con la columna y la cadera rotas y la parte de atrás reventada. Le había pasado por encima la rueda de un tractor porque había piedras alrededor y encima de él. Miagaba e intentaba arrastrarse impulsandose con las manos pero no era posible; se dejó acariciar y pedia que le cogieses la cara con las manos. Eso le relajaba. No sé como sienten el dolor los gatos pero parecía que no tenía dolor.

Para ayudarle a marchar le bajamos a la veterinaria y con sosiego se fue. Lo tenemos bajo tierra cerca. Y de eso hace una semana