miércoles, 6 de abril de 2011

A Amaro

Esta mañana me he desayunado con la triste noticia de la marcha de Amaro. Y como ocurre demasiadas veces, su noticia era acompañada de un reconocimiento de su trayectoria literaria por distintas gentes, todas ellas vinculadas más o menos a lo que para él era una afición de la cual no vivía, a diferencia de sus bienintencionados halagadores.

Mi recuerdo de Amaro es el recuerdo del hombre, del hombre que puso siempre a disposición de los demás sus pocos saberes como él decía. Así encabezó en aquella Casa de la Juventud de Mieres a mediados de los setenta, grupos de teatro, clases de bable, dirección de periódicos de ciclostil (Sapiens), cultura en general que el primer ayuntamiento democrático se encargó de hundir en aquel lugar para reconvertirlo hacia el deporte únicamente, con el slogan nacional de que la cultura debía surgir de la propia sociedad (que se lo digan ahora a las subvenciones de grupos y personas).

En aquella casa, modelo de convivencia y encuentro, donde la cultura (literaria, teatro, escuela de gaitas, escolanía, etc), bebía de los mismos dineros que el deporte, en una realidad milagrosa de gestión con medios mínimos. Gracias a personas tan desprendidas como Amaro, Chema Castañón, Pedro Losa, Sandúa…

Y allí Amaro encontró, en unos momentos de zozobra personal, de desencantos políticos e incluso familiares que le llevaron a una encrucijada delicada, amigos y apoyos. Tenía mucho que ofrecer y no pedía nada. Muchos mierenses en la cincuentena lo recuerdan. Algunos que empezaron con él en aquellas clases de bable, que la directora del Instituto no apreciaba demasiado, se han ido antes que él y también han dejado legado (Jose Antonio), otros están ahora en cargos directivos de Instituto, o en otras ocupaciones. Quien esto escribe fue conminado en aquellos tiempos (aunque es cierto que sin mucha presión), a prescindir de los conocimientos de Amaro. Los que tienen que saberlo saben que ni caso, y no pasó nada. Bueno, sí pasó. Con sus amigos, se empeñaron en conseguirle un trabajo a Nel dentro de la Administracion. Primero con media jornada, luego con jornada completa; primero en Turón, luego cuando el desmadre del tuya mia, cabecina y gol, tuvo que irse a Pola de Lena. Pero esa es otra parte de la historia de los que quisimos al Amaro hombre. Luego tuvo la suerte de encontrar compañera y hasta él reconocía que había acertado, cuando los próximos dudábamos de que su vida ácrata, no era precisamente la más previsible para un emparejamiento. Nos equivocamos.

A buen seguro que la SGAE ni se acordará de Nel. El recordará allí arriba cuando le venían a cobrar derechos de autor a su grupo, que representaba de manera totalmente gratuita. Habría que preguntarle al delegado de aquella época que sigue siendo el mismo ahora. A él le daba lo mismo. Las denuncias venían a la dirección y esta las remitía a la Direccion Provincial de Cultura.

Nosotros aún sabiendo que pronto lo veremos de nuevo, le echaremos de menos… como amigo. Todo el resto de su carga que otros ensalzan, a nosotros nos sobra.