domingo, 22 de julio de 2012

Cabreados


Todos estamos de acuerdo en que la gran mayoría de los ciudadanos estamos cabreados. En general se dice que “por la situación del país”, pero si bajamos al individuo  veremos que un alto porcentaje de cabreo no es coincidente.
A la vista de las manifestaciones representantes del “cabreo nacional” del pasado dia 19, nos encontrábamos con:
Ciudadano 1, funcionario, cabreado fundamentalmente porque desde hace cuatro años vienen sacándole la sangre de su nómina, con un chupon especial estas Navidades y, además, con la campaña que desde aquel “vuelva usted mañana”, está un dia si y otro también en los medios de comunicación desprestigiando una función que no solamente es necesaria, sino que posiblemente sea la más solidaria de todas.
Ciudadano 2, pensionista, preocupado por los tirones que le han venido dando en los últimos años y por lo que pueda pasar mañana cuando, según le dicen, los que trabajan no podrán mantener a todos porque serán la mitad.
Ciudadano 3, trabajador por cuenta ajena, al que no le han quitado la paga de Navidad pero tiene un temor indomable a lo que pueda pasar con su empresa. Además como padre de familia con niños en el cole, le preocupa tener que gastar más en libros y material.
Ciudadano 4, autónomo, al que le afecta básicamente el enfriamiento de la economía y el hecho de que el IVA encarecerá sus trabajos y los clientes no sabran que ese impuesto no es para él. ¿Cómo no va a ser para él si es él quien se lo cobra?
Ciudadano 5, joven con una vida –hasta el momento- cómoda, en casa hasta los 30 años (por culpa del Estado), con carrera universitaria, en paro, pero con coche, dinero para el ocio y aguantando del sueldo de papa y la pension del abuelo.
Ciudadano 6, adolescente, al que han ido enseñando que lo del estado de Bienestar era lo mismo que el comunismo (todo lo arregla el estado y además es gratis), pero con partidos políticos y elecciones libres. Todavía no se ha convencido de que lo de los partidos y las elecciones realmente no tiene importancia.
Ciudadano 6, trabajador liberal al que afecta teóricamente menos la crisis porque tiene tal cantidad de itinerarios para escaquear los ingresos que, aunque le cierren alguno, sabe que siempre habrá escape porque los que deciden necesitan –en su propio beneficio- esas salidas.
Ciudadano 7, aquel que tiene pequeños depósitos en los bancos y manifiesta su cabreo porque el Estado (otra vez), los haya nacionalizado para evitar –entre otras cosas- que sus depósitos y los del Estado se vayan a la m… Aboga por hacer lo mismo que intentaron en Islandia: que los depósitos que os extranjeros tenían en sus bancos, los devolviera el “sursum corda”, no ellos.
Ciudadano 8, sindicalista liberado, al cual le hacen la puñeta si tiene que volver al tajo y a su compañera la despiden del sindicato al quedar éste sin subvenciones públicas.
Segurísimo que habría más ciudadanos, y dentro de los nombrados multitud de matices. Pero también es seguro que algunos no apoyan las reivindicaciones de los otros. Y sin embargo van todos juntos. Y lo que es peor, detrás de aquellos pancartistas que han tenido mucho que ver en el incendio que nos consume y que ahora se presentan como bomberos.
Así surgen improperios por encima de opiniones. El más utilizado es el de “hijo de puta”. Está en todos los foros de internet. Es posible que con él se quiera manifestar una impresionante situación de indefensión ante lo que ocurre. Pero también es cierto que ese tipo de expresiones, al margen de su valor catártico, calientan en exceso y a alguno le hacen perder los límites y en muchas ocasiones la memoria.

viernes, 6 de julio de 2012

Equipo


Soy consciente de que el tema de hoy no será original; ni siquiera su enfoque. Sin embargo ese valor es el que me ha obligado, prácticamente, a tocarlo, más como necesidad personal que como ejemplo.
Durante los últimos días, además de asistir a coloquios, y debates relacionados con nuestra selección de futbol, unos más afortunados que otros, hemos asistido a una línea de noticias que al final se ha agotado –cuando menos en su momento más efervescente-. La “roja” ha dado de comer a infinidad de opinólogos, muchos hosteleros, bastantes políticos… durante cerca de 30 dias. Todo valía. Tirar de estadística donde se demostraba que la selección no ganaba a… desde tiempos de Cascorro; donde se decía que los nuestros nunca habían marcado un gol en el minuto 33; donde se señalaba que estadísticamente, nunca, jugando de amarillo habíamos empatado con…; donde alguien recordaba que desde los tiempos de Zarra no llovía en el momento en que un jugador daba un pase para que otro marcase con el hombro… En ocasiones se tiraba de hemeroteca, en otras de estadística (esa ciencia que vale para todo) en otras simplemente se inventaba una situación para abrir una línea argumental, o se utilizaba un lapsus para criticar profesionalmente a alguien…

Solamente algunos dedicaron su tiempo  a analizar un hecho muy diferencial de otras selecciones: había un equipo.

Y no me refiero a una de las clasificaciones de los deportes. Hablo de equipo en sentido amplio: de conjunto de hombres con un objetivo común  que,  para no permitir desviación en el mismo, conjuran sus comportamientos pegándolos a sus cometidos.

Y conste que eso es muy difícil de mantener cuando, como aves carroñeras, los medios de comunicación buscan, inventan o provocan, situaciones que serían noticia si se produjeran y que darían para seguir “chupando del tetu” otros 30 dias. Esta vez no lo han conseguido,  como tampoco lo consiguieron hace dos y cuatro años. Sencillamente porque eran un equipo y se cuidaron de no entrar en las caleyas que les inventaban con el fin de salpicarles de barro.

Aún siendo un sentimiento muy personal, las referencias y presentaciones microfónicas de Pepe Reina, han sido para mí de un gran alivio. Porque he visto que todas son ciertas. Incluso aquellas más íntimas que soltó sobre algún compañero. Se destaca el carácter de showman pero a casi nadie se le ocurre señalar que Reina se dedicó a desnudar limpiamente un equipo. Las lisonjas son fáciles e incluso algunos no se ponen colorados al emitirlas. Pero no es el caso por muy escarmentados que estémos sobre la utilización torticera del lenguaje por parte de los políticos, y la elevación de la mentira a categoría AAA como diría alguna agencia de esas.

Es imprescindible que alguien haga de coraza del equipo para que le lleguen la menor parte de imbecilidades. Esa coraza la suele poner el mister con sus hombres. A buen seguro que hay muchos anónimos entre ellos  que de una manera extremadamente elegante, en ocasiones, despejan cuestiones absurdas planteadas por los medios de comunicación o temas provocadores y falsos que podrían hacer mella en la cohesión del grupo.