lunes, 25 de noviembre de 2013

¿Ocurrente o ingenioso?

Desde hace ya largo tiempo tiende a confundirse a la persona ocurrente con la persona ingeniosa y nada más lejos de la realidad. Incluso se ha llegado a supravalorar a la persona ocurrente como si fuese más inteligente, hasta el punto que las expresiones ocurrentes se valoran ahora mismo como titulares de prensa.
Sin embargo es necesario señalar que la ocurrencia tiene su final en si misma, se agota con su misma expresión. En definitiva, no tiene contenido alguno aparte de la mayor o menor gracia que provoque en los presentes. No tiene nada ni dentro ni después. Pero resulta atractiva para la prensa porque es un titular (vacío pero titular), sobremanera cuando quien la expresa tiene algo de “autoridad”, no en la expresión clásica de “ser autor de algo”, sino en la reciente de poder mandar.
Sin embargo el ingenio es un valor en si mismo y también en su conscuencia,  aunque últimamente no se aplique a quien es su sujeto o autor. Porque en este caso sí debería ser autoridad quien lo tiene y lo expresa por cuanto siempre es origen de algo y su validez trasciende el momento concreto. Pero no implica titulares de prensa y generalmente “la autoridad no suele ser ingeniosa”. El ingenioso es aquel capaz de pensar con claridad y rapidez y únicamente coincide con el ocurrente en la rapidez. Porque no siempre el comentario del ocurrente –a pesar del diccionario de la Lengua- es original y casi nunca –a pesar de su valor sinónimo-, ingenioso..
Por eso mismo últimamente hay tantos ocurrentes y tan pocos ingeniosos, es decir, tantos Pla y tan pocos Quijotes. Nos queda la esperanza de saber que los ocurrentes no pasarán a la historia y los ingeniosos si.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

"No me explico esta desafección a España de vascos y catalanes"


"Deprime y entristece el ánimo, el considerar la ingratitud de los vascos, cuya gran mayoría desea separarse de la Patria común. Hasta en la noble Navarra existe un partido separatista o nacionalista, robusto y bien organizado, junto con el Tradicionalista que enarbola todavía la vieja bandera de Dios, Patria y Rey.


En la Facultad de Medicina de Barcelona, todos los profesores, menos dos, son catalanes nacionalistas; por donde se explica la emigración de catedráticos y de estudiantes, que no llega hoy, según mis informes, al tercio de los matriculados en años anteriores. Casi todos los maestros dan la enseñanza en catalán con acuerdo y consejo tácitos del consabido Patronato, empeñado en catalanizar a todo trance una institución costeada por el Estado.


A guisa de explicaciones del desvío actual de las regiones periféricas, se han imaginado varias hipótesis, algunas con ínfulas filosóficas. No nos hagamos ilusiones. La causa real carece de idealidad y es puramente económica. El movimiento desintegrador surgió en 1900, y tuvo por causa principal, aunque no exclusiva, con relación a Cataluña, la pérdida irreparable del espléndido mercado colonial. En cuanto a los vascos, proceden por imitación gregaria. Resignémonos los idealistas impenitentes a soslayar raíces raciales o incompatibilidades ideológicas profundas, para contraernos a motivos prosaicos y circunstanciales.


¡Pobre Madrid, la supuesta aborrecida sede del imperialismo castellano! ¡Y pobre Castilla, la eterna abandonada por reyes y gobiernos! Ella, despojada primeramente de sus libertades, bajo el odioso despotismo de Carlos V, ayudado por los vascos, sufre ahora la amargura de ver cómo las provincias más vivas, mimadas y privilegiadas por el Estado, le echan en cara su centralismo avasallador.

 

No me explico este desafecto a España de Cataluña y Vasconia. Si recordaran la Historia y juzgaran imparcialmente a los castellanos, caerían en la cuenta de que su despego carece de fundamento moral, ni cabe explicarlo por móviles utilitarios. A este respecto, la amnesia de los vizcaitarras es algo incomprensible. Los cacareados Fueros, cuyo fundamento histórico es harto problemático, fueron ratificados por Carlos V en pago de la ayuda que le habían prestado los vizcaínos en Villalar, ¡estrangulando las libertades castellanas! ¡Cuánta ingratitud tendenciosa alberga el alma primitiva y sugestionable de los secuaces del vacuo y jactancioso Sabino Arana y del descomedido hermano que lo representa!


La lista interminable de subvenciones generosamente otorgadas a las provincias vascas constituye algo indignante. Las cifras globales son aterradoras. Y todo para congraciarse con una raza (sic) que corresponde a la magnanimidad castellana (los despreciables «maketos») con la más negra ingratitud.
A pesar de todo lo dicho, esperamos que en las regiones favorecidas por los Estatutos, prevalezca el buen sentido, sin llegar a situaciones de violencia y desmembraciones fatales para todos. Estamos convencidos de la sensatez catalana, aunque no se nos oculte que en los pueblos envenenados sistemáticamente durante más de tres decenios por la pasión o prejuicios seculares, son difíciles las actitudes ecuánimes y serenas.


No soy adversario, en principio, de la concesión de privilegios regionales, pero a condición de que no rocen en lo más mínimo el sagrado principio de la Unidad Nacional. Sean autónomas las regiones, mas sin comprometer la Hacienda del Estado. Sufráguese el costo de los servicios cedidos, sin menoscabo de un excedente razonable para los inexcusables gastos de soberanía.
La sinceridad me obliga a confesar que este movimiento centrífugo es peligroso, más que en sí mismo, en relación con la especial psicología de los pueblos hispanos. Preciso es recordar –así lo proclama toda nuestra Historia– que somos incoherentes, indisciplinados, apasionadamente localistas, amén de tornadizos e imprevisores. El todo o nada es nuestra divisa. Nos falta el culto de la Patria Grande. Si España estuviera poblada de franceses e italianos, alemanes o británicos, mis alarmas por el futuro de España se disiparían. Porque estos pueblos sensatos saben sacrificar sus pequeñas querellas de campanario en aras de la concordia y del provecho común.

 

Santiago Ramón y Cajal

 

¿A que parece escrito hoy? Orgullo siento de poder ofrecer mi espacio de comunicación tanto al texto como al autor

Erasmus


En estos días el tema que prima en los medios de comunicación es la “ida y vuelta” de la decisión del Ministro en relación con la aportación estatal a las becas Erasmus.
Como ocurre habitualmente no se informa de lo que se habla, es decir, de las llamadas becas Erasmus, su reparto, importe, etc, con alguna honrosa excepción, generalmente en las radios que son el medio inmediato que pocos escuchan.
Recordar que las becas Erasmus están destinadas a conseguir un intercambio de alumnos universitarios entre países de la Union Europea. Cada país las reparte como le da la gana. Hay países que prefieren dar ayudas que sean suficientes, a aquellos alumnos cuyas condiciones económicas familiares no les permitirían disfrutar del objeto de las becas. Y hay otros –como el nuestro- que hacen exactamente lo contrario: presumir del número de estudiantes que intercambia buscando un divisor mayor y partiendo del mismo dividendo. Y así la estadística dice que España es el país con mayor número de becarios Erasmus de Europa.
Pero bajando a la realidad pura y dura, observamos que el Gobierno Español da 115 euros mes a cada becario, a los que se suman otros 115 de los que vienen de Europa y además la parte de las CCAA (a través de las Universidades) que suele estar entre los 150 y 250 euros (manteniendo el principio de que “todos los españoles somos iguales, aunque unos más iguales que otros”). En total, cada Erasmus tiene alrededor de 400 euros/mes de beca.
El gasto real de un becario también depende del país en el que esté. Por ej. En Noruega le costaría el alojamiento en Residencia de estudiantes, alrededor de 600 euros. Además necesitaría unos 450 euros para comer, renunciando a comer carne y algún otro producto de lujo, y que menos que 200 euros para sus gastos de desplazamiento, materiales, ocio, etc. En total unos 1250 euros mensuales de los cuales su familia (o él mediante su trabajo –aunque es difícil trabajar y estudiar- aportaría 800 euros mes). La pregunta es ¿Cuántas familias pueden hacer frente a ese gastos?. Facilmente se determina imaginando que quien puede aportar ese dinero posiblemente pudiera aportarlo todo pero habrá muchísimas familias que no puedan aportar ese dinero y quedaría anulada su “igualdad de oportunidades”. No ocurriría eso si tuviesen Beca suficiente (con importante parte de Erasmus) para cubrir los 1250 euros mensuales de gasto.
Pero no, este es un país panderetero donde el discurso parece que está para defender al indigente cuando realmente no es así, porque al indigente o se le da lo que necesita para estar a la altura del otro, o no vale para nada la miseria que se le dé. Sería algo así como poner una tirita a una cornada de 30 cms, o tirarle el corcho de una botella a quien se está ahogando. Puro cinismo. Pero rentable política y mediáticamente. Aunque cada vez me resulta menos respirable el país que día a día nos dejan nuestros políticos, sigo temiendo que algún día tengamos el país que pretenden algunos medios de comunicación…