jueves, 25 de enero de 2024

 

Cuando hace algo más de veinte años nos dijeron que el tema de internet iba a mejorar nuestras vidas, nadie imaginaba que –al menos las APPs-, han venido a complicarla. Entonces teníamos en nuestra agenda diaria tres o cuatro cometidos que memorizábamos, temporalizábamos y resolvíamos. Ahora esos tres o cuatro cometidos tenemos que resolverlos con aplicaciones de móvil y en muchos casos, cada gestión conlleva cuatro o cinco cogestiones.

Me explico. El Gobierno se ha inventado una Carpeta Ciudadana en la cual está toda tu vida (estudios, carrera, oposiciones, domicilios, vida laboral…) Para entrar en ella, primero tienes que obtener tu Cl@ve y para obtener ésta, además de haberte registrado tienes que solicitarle un pin, después de identificarte con tu DNI y otros datos. Una vez enviado y pegado en el registro de la Carpeta Ciudadana, ésta te pide confirmación de tu teléfono mediante bloqueo o password. Finalizado el proceso, para conocer si tienes alguna comunicación, te redirige a una página que se llama Dehu (dirección electrónica habilitada única), en la cual debes volver a solicitar un pin a cl@ve y una vez introducido te mandan un código de validación… Y así sucesivamente. ¿es ésto mejorar nuestras vidas?.

Posiblemente la gente joven que nació con este maremágnum, no solamente lo acepte sino que les va genial. Lógico. El final del proceso tiene el 50% de acierto: o funciona o no funciona. Y generalmente cuando has sido capaz de controlarlo, van y te cambian los requisitos y el proceso.


Y vuelta a empezar.

Quizás los Smartphone, sustitutos de las linternas, tv, radios, cámara de fotos, eliminación de la pregunta social “me puede indicar…”, bancos, carnets, historial medico… hayan facilitado algunas situaciones y todo ello a través de su precio social de 150.000 de las antiguas pesetas que cuesta el artefacto… ¡Creo que estamos en el final civilizado, algo así como la caída del Imperio Romano en el siglo XXI¡

A algunos nos coge al final del camino y en el fondo nos alegramos de no ver la caída.

Pero, el que es algo observador y crítico puede observar que el marcaje y la manipulación es general y se ha instalado ya en nuestro día a día. La publicidad engañosa y libérrima, la orientación consumista, la estadística mentirosa y el bucle de que los están haciendo por tu bien, ya nos ha invadido. Y solo un cataclismo podrá evitar que el calcetín dé la vuelta sin saber lo que hay del otro lado. ¡que pena!

La última es el multiacuerdo de muchos periódicos y sus digitales. Ahora te dan la opción de aceptar las cookies, con lo que ello implica de que te aburran a publicidad, o pagar para leerlos. Cobran por la información. Algunos todavía se resisten pero yo tengo claro que para leer las mentiras y exabruptos, no pagaré.

 

lunes, 23 de octubre de 2023

CREDIBILIDAD, valor decadente

 

No sé si será apreciación mía pero lo cierto es que cada vez se desconfía más de lo que te dicen. Han convertido los eslóganes y la propaganda en herramienta de comunicación y en consecuencia la gente, al menos la crítica, la que no traga al primer intento, generalmente desconfía, es decir, no se fía.

Generalmente los que emiten los mensajes nunca los argumentan sino que los lanzan de manera muy corta. Porque así entienden que llegan y quedan con más facilidad. Igual que cuando te presentan cualquier producto y en el mensaje hay muchas llamadas de atención (imágenes, chicas despampanantes, paisajes idílicos…), pero sobre el tema central ninguna explicación razonable.

Incluso suelen tirar de referencias visibles desde lejos, aportando esquemas circulares o de tendencias o columnas en donde destacan lo que les interesa. Y generalmente esas herramientas son más manipulables que las palabras. Rara vez te indican los valores de los ejes de los gráficos, o los datos de cada eje los cuales, de ser cierto, pueden transformarse en la imagen y lo que es inapreciable, aparece aumentado o viceversa.

Cuando te presentan encuestas de opinión las preguntas están planteadas de manera que ellas mismas

 incitan a la respuesta que quieren; no suelen comentar los datos sociológicos de la misma y el resultado final está en consonancia con lo que quiere el que encarga la encuesta y la ha pagado.

Y todo ello viene condicionado por la apatía juvenil y su falta de crítica autónoma y personal. Generalmente los comentarios y opiniones suelen ser los mismos que les han insinuado y si algún joven se atreve a cuestionarlo, lo ningunean o dice tonterías. Las RRSS están llenas de muestras aunque las propias redes suelen ser las más manipuladoras.

Lo nuevo en estos últimos años es el apoyo que algunas mentiras, tienen en los medios de comunicación. Las nuevas tandas de titulados parece que son fáciles de incorporar el ejército de apoyos. Hay dos motivos (creo), por un lado el paro de estos profesionales que resulta ya bastante elevado y los que trabajan están dispuestos a tragarlo todo… Y por otro las deficiencias de su formación. Ahora para apoyar sus criterios, referencian a películas o a plataformas de entretenimiento como si los guiones resultasen argumentarios válidos.

Por todo ello apena ver lo que viene, el aborregamiento general hasta que en un momento dado explote y se vuelva a empezar.

miércoles, 4 de enero de 2023

OPINION Y CONOCIMIENTO

Desde hace casi dos décadas se viene apreciando en las tertulias e incluso debates sociales, la participación de personajes discutiendo generalmente sin argumentos (o con pocos) sobre cualquier tipo de temas. Y los medios de comunicación les han otorgado el título de expertos.

La nueva sensibilidad neutra de la sociedad ha aceptado esta realidad. Hasta el punto de que se ha apartado de la conversación el conocimiento dando entrada a la opinión. Y hay malabaristas de la opinión que discuten cualquier axioma o cualquier evidencia, únicamente a base de intervenir una y otra vez bordeando e incluso cambiando el tema de la discusión, con tal de seguir siendo protagonista de las intervenciones.

Y es una situación que no solamente se da en la barra del bar, sino en escenarios que en otra época estaban reservados a personas con conocimientos, respetuosos hasta el punto de dejarse convencer con los argumentos serios del interlocutor.

Ahora, cualquier programa de los medios de comunicación incorpora a sus debates a personajes capaces de hablar de distintos y distantes temas como si realmente entendiesen de todo cuando realmente rascando un poco, o simplemente escuchando, dejan ver su ignorancia supina (o relativa) sobre lo que se trata.

Y la sociedad, como ha ocurrido muchas veces, tolera, simplemente porque lo políticamente correcto sugiere no desnudar al ignorante, para evitar ir contra corriente. Generalmente porque es alguien público y conocido. ¿O es que la sociedad no tiene interés en el conocimiento?. No está bien visto decirle –y demostrarle- al que no sabe, que no sabe. Igual que es muy difícil que alguien reconozca que no sabe de algo. ¡con lo fácil que es decirlo! Sencillamente porque es lo habitual.

Ahora, cuando alguien que domina un tema, se explaya explicándolo ante un auditorio deseoso de empacharse de conocimiento, siempre alguien, confundiendo notoriedad con soberbia, aparece para discrepar por el solo hecho de opinar lo contrario, y sin ningún argumento que le apoye.

El conocimiento en la sociedad actual no vende. Incluso se le considera soberbia. Para eso está Google o Wikipedia lugares a donde recurrimos muchos dudosos. Y cada vez más


lunes, 10 de octubre de 2022

NOS LLEVAN A DONDE QUIEREN (y como quieren)

 

Bajo un aparente halo de libertad, lo cierto es que generalmente no haces lo que desearías sino aquello a lo que te dirigen (casi sin apreciarlo). Y aunque siempre ha existido ese riesgo ahora es más grave y más inapreciable.


Y no es solo cosa de las RRSS (aunque si es cierto que son origen o canal de conductas), sino que los medios de comunicación también juegan un papel importante en tu conducta. No hay más que observar como la gran mayoría tratan cualquier hecho que llame nuestra atención o genere algún sentimiento. Y coinciden en el análisis aunque lo gradúen de manera distinta. Sencillamente porque no coincidir está mal visto y generalmente es respondido con aislamiento y, en el peor de los casos, te acusan de colaborador o inductor.

Si la presión mediática tuviese razón, analizarían los hechos iguales con criterios también iguales. Sin embargo no lo hacen y por eso son preocupantes. Tenemos millones de ejemplos dia a dia  en los medios de comunicación y en las redes. Se han convertido las RRSS en el gran hermano que no solo vigila y pone énfasis en lo que les interesa, sino (y lo que es peor), juzga y condena y ¡hay de aquel que no coincida con ellos¡ Como mínimo es un machista, un fascista o un nazi.

Acabamos de asistir a una escena que lo explica perfectamente: una novatada colectiva en un Colegio Mayor masculino, exenta del mínimo gusto y educación y lógicamente  sin ninguna gracia, contra sus vecinas de otro Colegio Mayor femenino.

Y las únicas que han entendido la novatada fueron aquellas a la que iba dirigida. Los demás que pasaban por las RRSS y veían un video subido simplemente como una anécdota, reaccionaron como si se tratase de la III GM, incitados por los vigilantes de la nueva moral, fundamentada simplemente en cambiar la anterior, pero que tienen medios y dinero para vociferar apoyándose en seudoargumentos aceptados por otros como ellos que también tienen dinero y medios (y en ocasiones pocas neuronas para formarse un criterio personal) para continuar la cadena.

Y es que la sencillez en las expresiones e imágenes es la mejor forma de manipular. Antes se hablaba “del contexto” pero lo cierto es que es tal el barullo que no hay tiempo ni espacio para el contexto: solo se expresa una consecuencia que es lo que interesa al autor. Y ahí nace todo lo demás que sirve para alimentar la primera conclusión, bien por apoyo, bien por rechazo. Porque a las redes no les importa la verdad hasta el punto de haber bautizado la mentira como la postverdad

 

martes, 26 de julio de 2022

SIGLO XXI: el Siglo de las mentiras (reales y virtuales)



No sé muy bien si serán los 74 mayos que tengo o la cantidad de recuerdos que suponen pero, entre otras cosas, me preocupa de manera sobresaliente la mentira, sea ésta individual, grupal o colectiva. Y sobremanera me preocupa la inexistente respuesta que implica, cuando menos, que esa mentira quede en el aire aunque no se le haga caso.


El ejemplo más claro está en las redes sociales. Y ya no porque los usuarios tiren de la mentira en forma de texto o imagen y se queden tan anchos. Son las propias redes las que las generan dándote la sensación de que eres tú el que controla. Para ello utilizan términos como personalización. Me explico. En Facebook tienes una serie de amigos con los que crees contactas y sabes de ellos. Pero no es así. Facebook te los selecciona y al 95% ni los ves, ni sabes si siguen ahí… Sabes algo de ellos cuando el Feisbú te avisa de su cumpleaños. Por cada información de un amigo, te meten montón publicidad y otras informaciones que no has solicitado. Dicen que te dan la opción de bloqueo. Y te lo crees. Vas y bloqueas algunas páginas y a los 10 minutos vuelves a verlas. En páginas que algún amigo sube a tu muro y que no tienes el mínimo interés en ellas, no puedes elegir bloquearlas salvo que bloquees al amigo.

Así, cuando entras en tu muro de mañana, te pasas media hora ocultando cosas que no te interesan en absoluto o las rechazas para que los amigos no las vean en tu muro. Si quieres saber algo de un amigo debes pinchar en su muro y observar sus últimas entradas. Si deseas prescindir de la información de algún diario digital lo vas a ver al rato de haberlo bloqueado. Incluso en resúmenes de noticias como el News de Microsoft no puedes elegir desacuerdo con las noticias ni tampoco prescindir de algunas. No te lo permite la página. La única manera es prescindir de las notificaciones con lo cual tampoco ves aquello que quieres.

¿Y qué decir de lo que subes a tu muro? El 80% de TU contenido, no aparece cuando tus amigos entran en tu muro. No está. Posiblemente algo lo vean tres o cuatro días después y no todos tus amigos. Solo alguno. Y no te digo nada si lo que recoges es algún artículo de opinión… Entonces solo lo ves tú si entras en tu perfil, pero tampoco lo ves en tu muro. Y nosotros, ¡a tragar! Esta es la libertad vigilada que nos venden

Y todo ello provoca resignación. Cuando te convences que no está en tu mano la elección, te resignas y esa resignación acabas llevándola a cosas importantes que afectan en diferente grado a tu vida

domingo, 10 de julio de 2022

¿Orgullo?

 

Si acudimos a la RAE o a entidades similares para que nos definan la palabra ORGULLO, se dan una serie de calificativos coincidentes que van desde ARROGANCIA hasta VANIDAD aunque también recogen como acepción que ambas palabras pueden DISIMULARSE cuando se refieren a causas nobles.


Y es precisamente esa ambivalencia la que hace que la existencia de esa VIRTUD-PECADO sea altamente manipulable tanto por la o las personas que lo cacarean como por aquellos otros que apoyan en su existencia INDETERMINADA, unas intenciones soberbias o utilizables social y políticamente.

Como todo, únicamente un espacio crítico y argumentado puede clarificar el valor lingüístico, político, social, cultural que quiera utilizarse. Si una determinada orientación sexual (y en ocasiones visual) usa el sustantivo acompañado de otro adjetivado, puede entenderse que hay una apropiación de algo y que los no adjetivados renunciamos a estar orgullosos.

Y para mí está sobradamente claro que hay una intención (quizás no suficientemente prevista) de arrancar la palabra al conjunto social. Simplemente porque el “otro” orgullo no se muestra y no se pregona ni festivalea.

Creo que no soy homófobo aunque éste es un título que generalmente no se autopregona. Son otros los que lo otorgan y además de manera incuestionable. Es lo que se acepta como sentencia social o política expresiva correcta. Generalmente lo hacen aquellos que se autodefinen como vigilantes de la moral pública. Los superiores morales (termino que nunca aceptarán públicamente) que sabemos que están aunque no se vean.

lunes, 30 de mayo de 2022

 LA MENTIRA ¿ nuevo valor social?

A veces no sé si mi efervescencia mental y su desasosiego es cuestión de edad. Porque mis neuronas analizan los hechos y situaciones actuales y tienden a compararlas con sus antecesores y la valoración es penosa, muy penosa.

En tiempos no muy lejanos, las mentiras tanto individuales como colectivas eran reprobables. Todos tuvimos amigos y otros próximos que hacían de la mentira su comentario habitual. Todos lo sabíamos y habitualmente el recorrido de sus cuentos chinos era muy breve. Ni siquiera aquello de “me lo ha dicho fulanito pero ya sabes…”. Cuando eran los adultos los que mentían, todavía eran más rechazados aunque en ocasiones había entre ellos cierta conmiseración acudiendo al “es superior a él, no puede evitarlo…”

Incluso cuando los políticos mentían no solíamos tener herramientas para comprobar y en su caso combatir sus mentiras. Para eso estaban los medios de comunicación que en muchos casos las derribaban porque tenían más información que nosotros y además, tenían credibilidad.

Pero en los últimos años vienen tan seguidas las mentiras y la falta de control de las mismas por los medios de comunicación que, debido a la saturación de la memoria, como mucho uno recuerda las dos o tres últimas. Siempre la lengua fue instrumento básico para expresar el pensamiento y más concretamente para explicar algo. Pero últimamente la lengua se ha convertido en el fin mismo. Ya es el “que bien habla”; no el “que bien lo explica”.

Les invito  a penetrar en el sentido de las expresiones porque se empieza por decir que es igual que construya bien o mal las oraciones; lo importante es que se le entienda. Y ello se observa claramente en los titulares de las noticias, en los banner explicativos de la tele, en las expresiones de los locutores… Hace no mucho tiempo había correctores de estilo; ahora los correctores son los que acompañan a los editores de texto. Y así nos va.

Muchos entienden esto como anécdota pero la derrota que llevan conseguirá que en un plazo corto la lengua como la entendemos ahora, no servirá para nada y ocurrirá que la suavidad del descenso nos lleve hacia el abismo. Y entonces ya será tarde.

Y solo estamos hablando de la mentira lingüística. Algo parecido e igual de peligroso está ocurriendo en la mentira política