jueves, 24 de mayo de 2012

Las Autonomías ahora

El apretaje de cinturón exigido por el Gobierno central a las CCAA para cumplir el 1,5% de déficit en el presente año presenta una serie de dificultades que vienen a volver a poner en cuestión la eficacia y sentido del Estado Autonómico.

Me explico. El Gobierno central exige unas cuentas que permitan como máximo un 1,5 de déficit en 2012. Partiendo de ahí, hay que ver de donde y cuanto se va recortando para llegar a ese objetivo. Hay comunidades que no quieren recortar en Sanidad y Educación pero Madrid les va a recortar los fondos que remite para esos servicios. En consecuencia deberán sacar de otro sitio para tapar ese agujero. Pero entonces, ¿Qué ocurriría?. Pues que esas comunidades ofrecerían servicios en sanidad y educación que otras no van a poder ofrecer, aumentando de esa manera las diferencias entre CCAA al menos en esos servicios, lo cual viene a marcar de manera más drámatica todavía el hecho de que no todos los españoles somos  iguales en derechos. Y este es precisamente el drama de las CCAA: que hace españoles de primera,  de segunda, de tercera…

Seguramente los padres de la Constitución no querían ésto pero es lo que han conseguido. No se trata de saber si nuestros políticos se han pasado de rosca o si los culpables han sido los redactores de la Carta Magna; se trata de llevar a la práctica el principio de que todos los españoles tenemos los mismos derechos, cuando menos. Y si no son capaces de marcar unos mínimos que puedan ser exigidos por todos, pueden provocar movimientos migratorios hacia los lugares mas avanzados, con mayor PIB, con menos presión fiscal, etc, etc. Es decir, un galimatías en donde las cosas no son como dicen que son sino muy distintas.

Cuando se creó el Estado Autonómico alguno de los motivos eran los siguientes: Atender los afanes de autogobierno de determinados territorios para evitar reivindicaciones maximalistas y separatistas. Resultado: A la vista está. Otro motivo era procurar que los territorios tuviesen la posibilidad de mejorar su economía y desarrollo al tomar sus propias decisiones. Resultado: A la vista está. No hay más que comparar situaciones de 1978 y ahora. Todos en el mismo sitio. Bueno, todos no, Asturias se ha descolgado una barbaridad. Conste que no hablo de desarrollo socioeconómico, sino de datos comparativos. Tambien se pretendía acercar las decisiones a los ciudadanos. Resultado, las decisiones se han ido a Bruselas y aquí se han colocado unos ciudadanos que, o bien son siempre los mismos, o son sus familiares y amigos. Y además las decisiones ya no se toman en un solo sitio, sino en varios a la vez y no siempre coinciden.

El nuevo presidente de Asturias dice que recortará pero no desguazará. Vuelve el lenguaje utilizado torticeramente para que los idiotas de turno tengan argumentos para repetir, aunque no sepan lo que significa. Lo final se vé: la mayoría de las comunidades en los últimos treinta y cinco años no han sido capaces de abandonar el puesto de salida; siguen en el mismo sitio. Comparen ustedes datos de antes de la Constitucion cuando solamente éramos regiones, con los actuales. Verán que la parrilla y el orden no ha variado en absoluto. Solamente ha variado para políticos y familias que se han subido al tren. Pero para los de a pié, para el españolito de infantería, nada de nada.

martes, 8 de mayo de 2012

Ahora lo entiendo mejor


Cualquiera con un mínimo de conciencia y sensibilidad es capaz de solidarizarse con el dolor de aquellas personas que han perdido el contacto con un ser próximo, de manera abrupta, a través de un secuestro, un asesinato, una huida, o cualquiera otra forma, y que no son capaces de encontrarlo ni vivo ni muerto, alimentando un sueño profundo y doloroso durante mucho tiempo, derivado precisamente de “no saber nada”.

Cuando nos presentan los medios casos sangrantes como los de los niños de Córdoba, los de la chica de Sevilla, y muchísimos más, se nos revuelve el cerebro y pensamos inmediatamente en el infierno que están sufriendo en vida sus próximos.

Indudablemente la distancia es abismal pero a mi me acaba de ocurrir con mi gato. Nano era nieto de Musi que nos había acompañado durante quince años y que, al marchar, quiso dejarnos algo que prácticamente era igual que él. Rubio, meloso, jugueton… Para que no tuviera determinado tipo de problemas decidimos castrarlo y durante el año y medio que estuvo en nuestra casa (en el campo) tenía libertad y a veces tardaba 12 horas en venir. Pero siempre que salias al exterior y le gritabas llamándolo, tardaba poco en aparecer. Jugaba con su hermano Mois y en vacaciones con su primo Tizón. Siempre dormía en casa, incluso en la cama, debajo de la sábana y apoyando la cabeza en mi hombro. Solo cuando tenia mucho calor salía a dar una vuelta por la casa, bebía y volvia al mismo sitio avisando con el hocico y la lengua para que se le hiciera sitio.

Y el domingo, salió a las ocho de la mañana y ya no volvió. Lo buscamos y llamamos hasta la extenuación, pero sin respuesta. Incluso su hermano apenas sale de casa pese a que era un pispante (no está castrado). No sé si tiene algún nivel de conciencia de lo que le pasó a su hermano pero no está de humor.

Y es en este momento cuando el no saber que ha sido de él, no saber si está vivo o muerto, no saber si está sufriendo en algún sitio, no saber realmente lo que pasó se convierte en un pequeño infierno. Nada comparable a lo que ocurre con un ser humano. Pero precisamente este dolor del “desconocimiento” me ha permitido la vivencia en pequeño de lo que estarán sufriendo los padres de Marta, la madre de Ruth y Jose, y tantos otros en situación similar. A veces no entendía del todo la petición que hacían de que “necesitaban ver, incluso un cadáver”. Ahora lo entiendo mucho mejor. El desasosiego que provoca el “no saber nada” es el peor de los escenarios, y el peor de los infiernos para los allegados. Realmente debería ser una tragedia en vida para los causantes de ese dolor. Y sin embargo es al revés.

Algo falla en nuestra civilización para que en ocasiones la confusión se apodere de quienes no tienen ninguna culpa y sin embargo en los realmente culpables no se aprecia ni siquiera un rictus de dolor. En algún lugar, en algún tiempo esto tiene que corregirse.

Y el dolor no se mitiga con el recuerdo aunque éste ayude a llevarlo. En mi caso cuando Nano se retorcía entre mis rodillas, mostrándome su barriga para que le rascara, o el lomo para que le acariciara, y su agradecimiento abrazando sin sacar las uñas, o arrastrando el lomo contra mis piernas, o corriendo y volviéndose loco detrás de una bolita de papel de albal. O haciendo “rodillo” con sus manos en el rollo de cocina, o jugando a esconderse para dar un salto cuando se sentía descubierto. Y como no sabemos nada de él, más de una vez vuelvo la cabeza mirando a la ventana, con la sensación de que está detrás esperando a que le abra.

No sé como llevaran el dolor las personas a las que me he referido y otras de casos similares. Imagino que muy mal y muy pocas cosas se lo aliviaran mientras no lleguen a “ver” a su ser querido en la situación que sea, pero verlo. Solamente en ese momento podrán empezar de nuevo. Si no es así se irán con la melancolía que a ellos les ha impedido vivir con plenitud mientras a los culpables les hacen entrevistas en TV y prensa, les pagan por sus relatos… ¿Pero en que civilización vivimos?