martes, 28 de junio de 2016

¿JUVENTUD DESPISTADA?


Como ocurre en casi todas las ocasiones en las cuales hay que optar por algo o alguien, siempre aparece el justiciero que pretende descalificar al otro y cierto que casi nunca da argumentos.
En esta ocasión y después de las recientes re-elecciones, un amigo –real y de facebook- coloca en su muro (y en consecuencia en el mío), la entrada que recojo en la fotografía. Es habitual en él hacer comentarios de determinada línea que respeto muy profundamente (aunque alguna vez le haya comunicado mi opinión contraria), como no podía ser de otra manera, porque yo todavía pongo la amistad por encima de la opinión.
Volviendo a la opinión, no sé si con intención irónica o sarcástica (no es lo mismo), pero  difícil de entender en el  lenguaje escrito, empieza situándose políticamente y a continuación recoge una reseña sobre la empatía. Por tanto uno se imagina que va a aplicar la reseña por encima de su opinión y la de los otros, es decir, respetándose mutuamente, precisamente por empatizar. Pero no, a continuación se olvida del argumento y vuelve a desempatizar.
Y recojo esta anécdota porque me parece paradigmática de nuestra juventud. De esa juventud culta, inquieta, provocadora de la que se dice (como siempre se ha dicho en todo tiempo), que es la más preparada de la historia. Y que, sin embargo argumenta desde la contradicción para convencerse ellos mismos. Una juventud que ha sido y es, la generación más afortunada de nuestro país a lo largo de los últimos cien años, pero a la que le falta asumir su propia historia que es la historia de quien, en general, no ha tenido más ocupación  a lo largo de sus primeros veinticinco años, que la de dedicarse a formarse (los que han querido) y, obviamente, a disfrutar esa etapa de la vida como ninguna antes lo había hecho. Quizás por eso no valoren lo que tienen, lo suficiente como para conservarlo y luego mejorarlo.