martes, 1 de noviembre de 2016

Lo verosímil y lo veraz


Nadie puede dudar de la crispación y enfrentamiento social que provocan determinadas acciones o inacciones políticas. Mi opinión es que la mayoría toman postura por sentimientos y no por razonamientos. Si atendemos a la situación general, todo el mundo  tiene el criterio de que la política en general, y la clase política en particular están totalmente enmierdadas. Aunque solo fuera por aplicación del principio de oposición, sabemos que es imposible. Sin embargo la sensación general es de asco.

¿Y por qué ocurre esto? Está claro que existen casos muy llamativos que abonan el sentimiento, pero lo cierto es que, si esos casos se aislasen, se informase de ellos con veracidad (no con verosimilitud), y fuesen juzgados en un tiempo corto, no serían como nos los explican. Porque además, las redes sociales a través de las memes (unidad básica de información política actual), y las referencias sarcásticas con o sin imágenes, sustituyen generalmente al análisis, incluso en los medios de comunicación más investigadores. Importa más el tráfico del meme y del sarcasmo que su verdad.
A un principio de acción, le sigue otro de reacción, por eso empiezan a aparecer en algunos lugares, los FactCheck, que son grupos de personas que se enfrentan a la mentira o a la manipulación, explicando en las redes y en tiempo real la verdad, en relación con la mentira que nos cuentan o que está circulando. La gente se queda generalmente con la música de una respuesta, pasando por alto la letra. Y nuestros políticos (ciertamente unos más que otros) no se ponen colorados cuando hablan de lo que no saben ni tampoco cuando mienten. Por eso sería necesario –para no tener la sensación de que todo se va a la mierda- que alguien de manera inmediata nos subrayara las mentiras, pero con información real.

martes, 28 de junio de 2016

¿JUVENTUD DESPISTADA?


Como ocurre en casi todas las ocasiones en las cuales hay que optar por algo o alguien, siempre aparece el justiciero que pretende descalificar al otro y cierto que casi nunca da argumentos.
En esta ocasión y después de las recientes re-elecciones, un amigo –real y de facebook- coloca en su muro (y en consecuencia en el mío), la entrada que recojo en la fotografía. Es habitual en él hacer comentarios de determinada línea que respeto muy profundamente (aunque alguna vez le haya comunicado mi opinión contraria), como no podía ser de otra manera, porque yo todavía pongo la amistad por encima de la opinión.
Volviendo a la opinión, no sé si con intención irónica o sarcástica (no es lo mismo), pero  difícil de entender en el  lenguaje escrito, empieza situándose políticamente y a continuación recoge una reseña sobre la empatía. Por tanto uno se imagina que va a aplicar la reseña por encima de su opinión y la de los otros, es decir, respetándose mutuamente, precisamente por empatizar. Pero no, a continuación se olvida del argumento y vuelve a desempatizar.
Y recojo esta anécdota porque me parece paradigmática de nuestra juventud. De esa juventud culta, inquieta, provocadora de la que se dice (como siempre se ha dicho en todo tiempo), que es la más preparada de la historia. Y que, sin embargo argumenta desde la contradicción para convencerse ellos mismos. Una juventud que ha sido y es, la generación más afortunada de nuestro país a lo largo de los últimos cien años, pero a la que le falta asumir su propia historia que es la historia de quien, en general, no ha tenido más ocupación  a lo largo de sus primeros veinticinco años, que la de dedicarse a formarse (los que han querido) y, obviamente, a disfrutar esa etapa de la vida como ninguna antes lo había hecho. Quizás por eso no valoren lo que tienen, lo suficiente como para conservarlo y luego mejorarlo.

viernes, 26 de febrero de 2016

PARA ECHARSE A TEMBLAR…


“…además ha asegurado que cualquier opositor con siete años de experiencia con una nota cero en una oposición, se sitúa por delante de cualquier opositor con una nota de al menos un seis, y con doce años de experiencia estaría por delante de otro opositor que sacase un 10.”
El texto anterior forma parte de la respuesta del Consejero de Educación a una pregunta de un diputado de Foro Asturias en relación con la estabilidad de los profesores interinos mayores de 55 años.
Es indudable que la pregunta del diputado (que debe conocer muy poco de la historia de los interinos), quizás no ha sido planteada de manera adecuada. Por ello, el Consejero (cuyos datos son más frescos y ciertos), le ha dado en toda la quijada. A veces me pregunto qué tipo de asesores tienen los grupos políticos… Me respondo a mi mismo que deben ser familiares…
Pero el fondo del tema es que Genaro Alonso (Consejero), está en lo cierto. El resumen de su intervención debe haber sido un caldero de agua helada para los jóvenes, que acaban de finalizar la carrera (o hace poco que lo han hecho), y que están hartos de hacer cursos y cursillos con el único objetivo de sumar puntos en la posible oposición.
Pero de ahí a recordar que si alguien obtiene 10 puntos en la oposición (máxima puntuación) pero no suma ninguno más por otros conceptos, estaría por debajo del que suma 0 puntos (cero patatero) en la oposición pero tiene más de diez años de servicios de interino, eso, cuando menos, es realmente patético. Pero es cierto y no es de ahora sino que lleva más de 25 años siendo así, o casí.

Un amigo que formó parte de Tribunal de Oposiciones hace más de veinte años me comentaba en su experiencia que, aplicando los criterios vigentes entonces (similares a los actuales), un opositor de su tribunal que había obtenido un 10 en los ejercicios, quedó entonces muy por detrás de otros muchos que habían obtenido menos de 2 puntos. El creía entonces que alguien que había –con el sistema existentes- demostrado una preparación excelente, se habría perdido para la enseñanza pública debido a las incoherencias del sistema. Y esto, cuando menos, es totalmente injusto.
Cierto que en estos últimos veinte años ha habido algún intento de corrección pero la presión sindical ha conseguido que quede en nada. Comprensible si se entiende que los sindicatos defienden a sus afiliados…
Pero el sistema es totalmente injusto porque cierra el acceso a gente muy preparada que, seguramente se irá a la enseñanza privada o concertada, o a otros segmentos laborales distintos. Y no es cuestión de responder con la frase que generalmente utilizan algunos profesores interinos de “¡si hemos servido hasta ahora…!.
Está claro que el actual sistema de oposiciones no sirve para lo que pretende. Sirve únicamente para filtrar, pero si se filtra a los que precisamente parecen más capacitados…
Finalmente señalar que lo que resulta realmente patético (aunque sean expresiones políticas), es que un Sr. Consejero las refrende y las dé por válidas. No tendrá respuesta porque los recién titulados no están organizados ni nadie los organiza. Cuando empiecen a coger peso, les oirán.

lunes, 11 de enero de 2016

NUESTROS JOVENES TIENEN QUE EMIGRAR... (Algo habremos hecho mal)


Debería estar prohibido hacerse mayor. Hay un tiempo en el que uno vá de sobrado. Entiende de todo y lo domina todo. Si hay algo que no domina no se le nota. Se lanza a la piscina con desparpajo y los demás, sino convencidos, si vencidos, tiran la toalla.
De sus teóricos problemas son culpables sus antecesores; de sus prácticos desencantos, son culpables sus antecesores. Sus antecesores –según ellos- lo tenían todo: un horizonte despejado, trabajo a tutiplén, progreso medible dia a dia, ninguna preocupación personal…  Incluso pudieron jubilarse con una pensión fija y suficiente para continuar su mundo feliz incluso cuando fuesen mayores. Porque hasta entienden (los jóvenes) que la felicidad debe ser propiedad suya.
Y a éste análisis se apuntan los medios de comunicación, dedicando un dia y otro a recordar la mejor y más preparada generación, la vitalidad que representan, el afán de cambio de todo, la postura de cuestionarlo absolutamente todo… Es decir, se dedican a dar incienso a quien realmente no lo necesita porque –problemas al margen- no solamente están en la etapa más creativa y feliz de su vida sino que, además, sus preocupaciones generales son mínimas.
Ahora se habla –todos los días- de su emigración, de que se tienen que marchar a buscar trabajo fuera. Y, aunque es real que por lo que sea (además de la crisis), ciertamente aquí no hay trabajo para tanto titulado superior, también es cierto que estamos en un mercado amplio donde ni siquiera el idioma es una limitación porque su preparación lo ha incluido. Por tanto lo que analiza no es un fenómeno emigratorio al estilo de siempre (como el de España en los 50), sino una emigración de calidad, en la cual no necesitan pasaporte para moverse, están acogidos en casi todos los países por ayudas de tipo social y, además, si va mal siempre pueden volver a un lugar donde no es demasiada la abundancia, pero siempre habrá un sitio en su casa, al amparo de la pensión del padre o el abuelo, y donde, si se ha elegido esa opción de volver, no habrá el desencanto y la cierta vergüenza que el regreso implicaba en los años de la gris emigración de este país.
Porque alguno creía –y así nos lo han vendido- que la salida al extranjero era solo para hacer turismo.  Pues no. En cierto modo salir al extranjero, al margen de la necesidad, no deja de ser un lujo, un lujo ganado también por sus antecesores, por esos que, según algunos jóvenes nadaron en las aguas de la abundancia. 
Que tengan un buen día.