Uno no acaba de acostumbrarse a la interpretación que dan los políticos a las palabras. Recientemente un vasco habló de que "ETA va a zumbar". Cuando éramos niños se hablaba de que vamos a zumbarle la badana a uno, a otro. Zumbar era sinónimo de pegar pero de manera no dañina.¡Le han dado una zumba!, daba a entender que a alguien le habian dado un escarmiento infantil. Pero ¿que tiene de infantil ETA?. Da miedo en ocasiones, pensar la cantidad de idíotas que tenemos entre los que nos representan y el poder que en un momento dado pueden tener. Las "zumbas" de ETA sabemos donde acaban siempre. Tambien es cierto que quien ha utilizado la palabra, sabe que lo normal es que nunca le zumben a él. Pero no deja de ser temerario lo que dice y por supuesto indignante para aquellos que probaron las zumbas de los asesinos.
Con menos miedo, pero tambien con miedo, vemos que los políticos dan a las palabras el significado que les viene en gana. El diccionario no sirva para nada. Así trasvasar no es llevar agua de un recipiente a otro, sino recoger algunas pérdidas de liquido que se pierden, y ello de manera provisional. Antes habian dicho que nunca trasvasarían.
Pero lo que más miedo da, es la ñoñería y el pasotismo de la sociedad que se ha instalado en la resignación, y le acompan en ella los que tienen oportunidad de expresarse masivamente en los medios, los cuales generalmente entran tambien en la dialéctica del significado de las palabras, en vez de aclarar lo que realmente significan.
Sencillamente temerario todo. Veremos donde acaba.
Viene a ser algo así como escribir lo que se piensa sobre temas generales o de actualidad
jueves, 17 de abril de 2008
jueves, 10 de abril de 2008
Una hora en clase de la ESO
Era un dia lluvioso como casi todos, pese al cambio climático. Despues del sonido angelical del timbre de entrada, el profesor accede al aula y echa un vistazo general. Hay cinco alumnos. Los demás están por el exterior del aula, haciendo senderismo, visitando a sus amigos/amigas, visitando el chigre, y alguno desaguando. Van entrando sin prisa en el aula, uno a uno, mientras los compañeros que estaban dentro, sentados en las mesas y con los pies en las sillas, continuan con la perorata hablando de no sé qué le hizo no sé quien a no sé cual, que le rompió la nariz el dia anterior en el recreo.
De repente accede Angel. Viene en tromba como habitualmente y se estrella contra una mesa que está a dos metros de la puerta al no poder frenar a tiempo debido a su torpeza, y a que lleva la mochila a la altura del culo con un sobrepeso que añade a su natural preobesidad. Por supuesto, los demás rien a carcajada -algunos sin ganas-, intentando que su risa se situe en volumen sobre las demás. Angel se levanta y -tambien riendo- se dirige a su silla, al lado de la cual, Emilio está sentado. Antes de sentarse Angel, le da un codazo en los riñones (debe ser para que sepa que ha llegado) que deja a Emilio casi sin respiración y ha estado a punto de romperle una costilla.
En ese momento Cristian -el maloliente como dicen sus compañeros- entra por la puerta con gesto como si no fuera con él lo que alli pasaba, y haciéndose sitio por entre las sillas -debidamente desordenadas- al tiempo que componia una sinfonía de ruidos, llega hasta su asiento y lo ocupa mirando al pasillo para, cuando pase Fernando, aprovechar para meterle la zancadilla, lo cual hace en ese mismo momento, dando Fernando un traspiés que le evita ir de narices contra el encerado. Fernando se acuerda de la progenitora de Alejandro pero como es más pequeño, no pasa de ahí la cosa. Fernando, haciendo notar que ha llegado, va saludando a diestro y siniestro a todos los compañeros -a las compañeras ni las mira- hasta que se sienta en su lugar, de manera suave, para evitar que Ivan despierte. Porque Ivan habia estado viendo la tele hasta altas horas de la madrugada (tiene tele, ordenata, mp3, mp4, etc...) en su habitación y habitualmente suspende 9 porque no tiene más asignaturas. En consecuencia, Ivan debe descansar, y mientras no ronque y sea tan grande, cualquiera le tose.
Al fondo de la clase, Ainhoa y Vanesa, cuentan cosas medio inventadas, procedentes de los programas del corazón y las revistas juveniles, pero adaptadas a sus vivencias, utilizando de manera correcta la teoría constructivista. El profe, va pidiendo que se callen y se sienten, pero, salvo Maria, parece que nadie le escucha y cada uno continúa a lo suyo.
En ese momento entra Luis -que siempre llega tarde pero según la normativa, hay que dejarle entrar- y dice no sé qué de que estuvo con el Jefe de Estudios y bla, bla, bla... Siempre cuenta lo mismo y es mentira, pero como la madre es inaguantable, los profesores prefieren aguantar estas conductas del hijo a tener que aguantar las de la madre. Por supuesto con vozarrón para que se le oiga dice: ¡Lo que os habéis perdido: Luis y Cristina se han dado!. Parece que quiere contar alguna pelea. Rapidamente le dice Fernando, ¡Cuenta, cuenta!, y todos se levantan y rodean a Javier para escuchar el sermón. En ese momento, el profesor da un golpe en la mesa y dice: ¡Cada uno a su sitio. Vamos a empezar la clase!. Con mucha parsimonia y algunos comentarios que no pueden transcribirse, van sentandose en sus lugares de clase. Han pasado 25 minutos desde que tocó el timbre. En ese momento Luis se levanta y pregunta: Profe ¿puedo ir al baño?. El profesor comienza de manera muy rápida a procesar la información que tiene: Le han dicho que como son pequeños hay que dejarles ir al baño porque pueden micionar en clase sin querer; sabe que Luis acaba de llegar y en el tiempo que ha perdido podía haber ido al baño; intuye que, inmediatamente despues, Fernando va a pedir lo mismo para acabar de escuchar el sermón; le consta que, salvo a María, lo que pueda explicar en clase, les trae al pairo a los alumnos porque todos van a pasar de curso al ser repetidores. A estos argumentos une otros de su historia docente, y decide: ¡Vaya a donde quiera!.
A continuación llama a María a su mesa, la sienta a su lado y empieza a darle la clase a ella para evitar que se una a la mayoría democrática. En un pispas, sonará de nuevo el timbre para el cambio de clase y se repetirá la escena. En este caso lo único que cambiará será el profesor.
De repente accede Angel. Viene en tromba como habitualmente y se estrella contra una mesa que está a dos metros de la puerta al no poder frenar a tiempo debido a su torpeza, y a que lleva la mochila a la altura del culo con un sobrepeso que añade a su natural preobesidad. Por supuesto, los demás rien a carcajada -algunos sin ganas-, intentando que su risa se situe en volumen sobre las demás. Angel se levanta y -tambien riendo- se dirige a su silla, al lado de la cual, Emilio está sentado. Antes de sentarse Angel, le da un codazo en los riñones (debe ser para que sepa que ha llegado) que deja a Emilio casi sin respiración y ha estado a punto de romperle una costilla.
En ese momento Cristian -el maloliente como dicen sus compañeros- entra por la puerta con gesto como si no fuera con él lo que alli pasaba, y haciéndose sitio por entre las sillas -debidamente desordenadas- al tiempo que componia una sinfonía de ruidos, llega hasta su asiento y lo ocupa mirando al pasillo para, cuando pase Fernando, aprovechar para meterle la zancadilla, lo cual hace en ese mismo momento, dando Fernando un traspiés que le evita ir de narices contra el encerado. Fernando se acuerda de la progenitora de Alejandro pero como es más pequeño, no pasa de ahí la cosa. Fernando, haciendo notar que ha llegado, va saludando a diestro y siniestro a todos los compañeros -a las compañeras ni las mira- hasta que se sienta en su lugar, de manera suave, para evitar que Ivan despierte. Porque Ivan habia estado viendo la tele hasta altas horas de la madrugada (tiene tele, ordenata, mp3, mp4, etc...) en su habitación y habitualmente suspende 9 porque no tiene más asignaturas. En consecuencia, Ivan debe descansar, y mientras no ronque y sea tan grande, cualquiera le tose.
Al fondo de la clase, Ainhoa y Vanesa, cuentan cosas medio inventadas, procedentes de los programas del corazón y las revistas juveniles, pero adaptadas a sus vivencias, utilizando de manera correcta la teoría constructivista. El profe, va pidiendo que se callen y se sienten, pero, salvo Maria, parece que nadie le escucha y cada uno continúa a lo suyo.
En ese momento entra Luis -que siempre llega tarde pero según la normativa, hay que dejarle entrar- y dice no sé qué de que estuvo con el Jefe de Estudios y bla, bla, bla... Siempre cuenta lo mismo y es mentira, pero como la madre es inaguantable, los profesores prefieren aguantar estas conductas del hijo a tener que aguantar las de la madre. Por supuesto con vozarrón para que se le oiga dice: ¡Lo que os habéis perdido: Luis y Cristina se han dado!. Parece que quiere contar alguna pelea. Rapidamente le dice Fernando, ¡Cuenta, cuenta!, y todos se levantan y rodean a Javier para escuchar el sermón. En ese momento, el profesor da un golpe en la mesa y dice: ¡Cada uno a su sitio. Vamos a empezar la clase!. Con mucha parsimonia y algunos comentarios que no pueden transcribirse, van sentandose en sus lugares de clase. Han pasado 25 minutos desde que tocó el timbre. En ese momento Luis se levanta y pregunta: Profe ¿puedo ir al baño?. El profesor comienza de manera muy rápida a procesar la información que tiene: Le han dicho que como son pequeños hay que dejarles ir al baño porque pueden micionar en clase sin querer; sabe que Luis acaba de llegar y en el tiempo que ha perdido podía haber ido al baño; intuye que, inmediatamente despues, Fernando va a pedir lo mismo para acabar de escuchar el sermón; le consta que, salvo a María, lo que pueda explicar en clase, les trae al pairo a los alumnos porque todos van a pasar de curso al ser repetidores. A estos argumentos une otros de su historia docente, y decide: ¡Vaya a donde quiera!.
A continuación llama a María a su mesa, la sienta a su lado y empieza a darle la clase a ella para evitar que se una a la mayoría democrática. En un pispas, sonará de nuevo el timbre para el cambio de clase y se repetirá la escena. En este caso lo único que cambiará será el profesor.
jueves, 3 de abril de 2008
La capacidad de mentir sin ponerse colorado
Desde hace algún tiempo -alrededor de cinco años- venimos observando sobre todo en el mundo político, cómo muchos profesionales son capaces de mentir de manera descarada y demostrable, bien utilizando giros semánticos, bien haciendolo claramente, sin que se le marque ningun rictus en la cara que permita relacionar lo dicho con la mentira.
Y sin embargo nos consta que mienten porque tenemos cientos de argumentos que lo demuestran. ¿Que ocurre entonces?¿por qué les da lo mismo que los pillen en una mentira?. La respuesta está clara: mentir es gratis.
En la enseñanza, actualmente, se observa lo mismo. El adolescente siempre ha tenido tendencia a mentir para salvarse de algo. Ahora lo hace por sistema, porque de todas formas está salvado. Tambien es gratis, y en el peor de los casos, te dicen que lo demuestres.
Recientemente un político docente dijo por los lugares astures, que en la educación lo importante es el alumno. El alumno en el sistema educativo, es objeto de enseñanza. Su educación se consigue en más ámbitos, y fundamentalmente en su familia. En cualquier caso el alumno sí es el principal objetivo -y objeto- de la educación, pero está claro que no es lo "mas importante". Lo más importante son los valores y principios que se le inculcan, entre otros motivos, porque éstos son casi permanentes, cosa que no pasa con el alumno.
Mientras se lleve al ánimo del estudiante que "es lo unico importante", será capaz de mentir ante cualquier situación, porque le saldrá gratis, al ser lo unico importante
Y sin embargo nos consta que mienten porque tenemos cientos de argumentos que lo demuestran. ¿Que ocurre entonces?¿por qué les da lo mismo que los pillen en una mentira?. La respuesta está clara: mentir es gratis.
En la enseñanza, actualmente, se observa lo mismo. El adolescente siempre ha tenido tendencia a mentir para salvarse de algo. Ahora lo hace por sistema, porque de todas formas está salvado. Tambien es gratis, y en el peor de los casos, te dicen que lo demuestres.
Recientemente un político docente dijo por los lugares astures, que en la educación lo importante es el alumno. El alumno en el sistema educativo, es objeto de enseñanza. Su educación se consigue en más ámbitos, y fundamentalmente en su familia. En cualquier caso el alumno sí es el principal objetivo -y objeto- de la educación, pero está claro que no es lo "mas importante". Lo más importante son los valores y principios que se le inculcan, entre otros motivos, porque éstos son casi permanentes, cosa que no pasa con el alumno.
Mientras se lleve al ánimo del estudiante que "es lo unico importante", será capaz de mentir ante cualquier situación, porque le saldrá gratis, al ser lo unico importante
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