domingo, 10 de julio de 2022

¿Orgullo?

 

Si acudimos a la RAE o a entidades similares para que nos definan la palabra ORGULLO, se dan una serie de calificativos coincidentes que van desde ARROGANCIA hasta VANIDAD aunque también recogen como acepción que ambas palabras pueden DISIMULARSE cuando se refieren a causas nobles.


Y es precisamente esa ambivalencia la que hace que la existencia de esa VIRTUD-PECADO sea altamente manipulable tanto por la o las personas que lo cacarean como por aquellos otros que apoyan en su existencia INDETERMINADA, unas intenciones soberbias o utilizables social y políticamente.

Como todo, únicamente un espacio crítico y argumentado puede clarificar el valor lingüístico, político, social, cultural que quiera utilizarse. Si una determinada orientación sexual (y en ocasiones visual) usa el sustantivo acompañado de otro adjetivado, puede entenderse que hay una apropiación de algo y que los no adjetivados renunciamos a estar orgullosos.

Y para mí está sobradamente claro que hay una intención (quizás no suficientemente prevista) de arrancar la palabra al conjunto social. Simplemente porque el “otro” orgullo no se muestra y no se pregona ni festivalea.

Creo que no soy homófobo aunque éste es un título que generalmente no se autopregona. Son otros los que lo otorgan y además de manera incuestionable. Es lo que se acepta como sentencia social o política expresiva correcta. Generalmente lo hacen aquellos que se autodefinen como vigilantes de la moral pública. Los superiores morales (termino que nunca aceptarán públicamente) que sabemos que están aunque no se vean.

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