Los verbos del título son –o al menos, lo eran-
el trívium de los Medios de Comunicación, el objetivo básico de su actividad.
Sin embargo hoy en día resulta muy difícil apreciar el seguimiento de este
objetivo. Es más, mi opinión es que los tres han quedado reducidos al último.
Veamos en
que fundamento mi opinión al analizar en esta primera entrega, un medio de
comunicación que presume de ser el medio por excelencia y que no solamente
informa a su manera, sino que forma creando opinión. En ocasiones incluso
manipulando o creando noticias.
Observemos,
por ejemplo, un Telediario. Los mismos medios piden a sus presentadores, que
sean naturales en los gestos y que ese idioma gestual ayude a comunicar la
noticia y enfatizarla. A ello contribuyen los gestos (en ocasiones circenses)
de algunos presentadores que consiguen con su “naturalidad” estar por encima de
la noticia. Vocalizan con una boca abierta que más parece de muñeco de ventrílocuo,
mueven las manos y la cabeza como si estuviesen espantando moscas e incluso
caminan por el plató como si estuviesen haciendo trekking. Consiguen al final
que el espectador esté más pendiente de su lenguaje gestual que del lenguaje
oral y del contenido de lo que cuentan.
Ya no
hablamos de las payasadas que tienen que mostrar presentadores del Tiempo
meteorológico, o de deportes.
Si nos
referimos al verbo Formar, incluiríamos las tertulias de todo tipo. En ellas es
más importante (de nuevo), la intervención pisando al contertulio, que el
contenido de lo que tengas que decir, contenido que a menudo no aporta nada
formativo, sino una falta de educación, acompañada generalmente de insulto
hacia el que está hablando o ha hablado. Apenas se aportan ideas –porque no las
hay- sino ocurrencias o sarcasmos que en ningún caso sirven para que los legos
enriquezcan su criterio. En general hasta el propio moderador suele elevarse
como protagonista, olvidando su papel de moderador, enfatizador de lo
importante dicho (si lo hay), y al final resumidor de lo realmente aportado.
Confunde habitualmente sus papeles y no sabe si es tertuliano, coordinador,
organizador…
Incluyendo
en este apartado formativo incluso programas enlatados, éstos no suelen aportar
generalmente nada, salvo el de orientar desde el principio la hipótesis de
contenido que uno está harto de observar, sobre el tema, en los medios de
actualidad.
Y
finalmente, Entretener. Esto sí lo consiguen. Sobre todo con los espectadores
más (¿) exigentes. Hasta el punto que, si hubiera una encuesta posterior al
programa para preguntar qué habían sacado como resumen, a buen seguro nadie se
acordaría. Exceptuando, claro, las andanzas, historias y vivencias de las
reinas sociales y los reyes sociales. De esos si llama la atención la capacidad
de alguna gente para recordar historias y nombres, sobre todo de los programas
que se llaman “del corazón”.
Está claro
que los medios (sobre todo los visuales), son capaces de influir en las
personas hasta el punto de apapagayarlas, es decir, que a una pregunta igual
que generen, la respuesta también será, en general, la misma.
Los
psicólogos se empeñan en que controlemos las emociones. Los medios se empeñan
en generar esas emociones y luego encauzarlas.
A todo lo anterior deberemos añadir que los
medios han multiplicado los enviados especiales mediante las redes sociales.
Ahora cualquiera puede hacer de periodista porque lleva encima el micrófono y
la cámara de fotos y video. Luego solo tiene que ponerse a disposición de un
medio y enviarle la imagen o hacerle la sinopsis. Y ello con el riesgo evidente
de tergiversación y manipulación ampliado.
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