Es posible que me esté haciendo (o ya
lo sea) viejo, porque muchas de las cosas que se presentan como enriquecedoras
y nuevas, me parece que realmente no solamente no aportan nada, sino que
contribuyen a desprestigiar algo existente.
De un tiempo a esta parte abundan las
tertulias en la radio y la tele. Ya le dan el nombre de tertulias para que la
gente no se extrañe de lo que se dice y como se dice, como si las tertulias
reales, no fuesen habitualmente de fiar.
En las tertulias espontáneas, las que
se producían en las noches de verano frente a las casas, o mas recientemente en
distintos lugares (incluso bares), solian tocarse temas de manera desenfadada
pero cuando el pesado de turno intentaba ocurrentemente hacerse dueño de la
misma, o se finiquitaba la tertulia o se echaba al espabilado. Sin embargo
cuando alguien aportaba algo enriqueciendo el tema, centrándolo y poniendo en
el aire conocimientos nuevos, argumentos serios, ocurria lo contrario: se iba
incorporando gente a la tertulia.
Pues bien, en las actuales tertulias
de las ondas es muy extraño que aparezca alguien docto, preparado, que sepa de
lo que se está hablando y además aporte algo nuevo. Porque habitualmente, o
porque los tertulianos son siempre los mismos, o porque se puede prever lo que
van a decir y porque en muchos casos utilizan palabras huecas porque no tienen
nada que aportar, las tertulias se hacen infumables. Algunas intentan
enriquecerse para no perder “asistentes”,
llevando a tertulianos muy distintos y que se enfrentan en todo (incluso
en la hora), pero nunca aportan argumentos o datos ciertos sobre el tema y si
lo hacen, en muchos casos se los inventan con coletillas como “recientemente un
estudio…” o “acabo de leer que…”.
Es como si fueses a ver un partido y
tu consciencia –adormilada-, viese jugadas no existentes, faltas inventadas o
goles anulados falsos. A una persona normal le interesa el espectáculo
deportivo. Al engullidor de tertulias inevitables solo le interesa el
resultado. Aquí nos han llevado: a ser del PP o del PSOE, a ser del Barsa o del
Madrid, a ser azul o rojo, a ser fanático de un lado o fanático del otro. Y lo
están consiguiendo.