viernes, 30 de octubre de 2009

VALORES Y HABITOS EN EL SISTEMA EDUCATIVO ACTUAL


Desde la LOGSE de 1990 se viene planteando impartir contenidos educativos dirigidos hacia los valores personales y sociales, incluso siendo los mismos objeto de calificación al igual que en los otros dos ámbitos de los procedimientos y los conocimientos.


Todo ello, junto con un paternalismo exagerado por parte del Estado, ha llevado a un cambio social de gran envergadura, con la creencia de que la escuela, más que un lugar en el cual se impartían conocimientos, venía a ser algo así como un sitio en el cual se aprendían, además, conductas en base a los valores que se pretendía impartir.

De esa manera, legalmente se desnudó a la familia de una responsabilidad ancestral como era la de ser fuente básica de las conductas que se aprendían a través de vivencias y sentimientos, y en muchas ocasiones, simplemente a través de la imitación y la absorción incluso inconscientes de unos comportamientos que, mayoritariamente pasaban de padres a hijos.

En 1990 se entendió –por los visionarios de turno- que esa realidad podría perjudicar el proceso iniciado de convivencia democrática, creyendo que todas las familias eran represoras y franquistas y que, por tanto, habría que despojarlas de lo que hasta entonces venia siendo habitual, tanto en la parte de principios como en los elementos de aprendizaje familiar. Así surgieron las ocurrencias técnicas de los iluminados de turno, llevando a los centros educativos, aprendizajes que, hasta entonces eran familiares: tareas domésticas, urbanidad como conducta socialmente correcta, tareas de vida diaria tales como hábitos higiénicos, hábitos sociales, comportamiento y utilización de instrumentos para alimentarse, para asearse, etc. etc. Aparecieron los iluminados que sugerían llevar esos aprendizajes al centro y escolar, y así con gran boato y presencia de TV alguno llevó hasta la cama al aula para enseñar como se hacía una cama. Sencillamente ridículo.

Se justificaba diciendo que eso “ya no lo aprendían en la familia debido a los cambios sociales producidos…”. En definitiva que, en base aquel análisis, la escuela (genéricamente) asumía encantada lo que debería ser contenido de aprendizaje familiar, en tanto que las familias habían renunciado a impartirlos. Craso error que ahora estamos pagando.

Todavía algún iluminado se permite volver sobre el tema. A buen seguro que es consciente de sus limitaciones para impartir conocimientos, objetivo que con las metodologías y sistemas de enseñanza adecuados, debe ser la principal razón de un sistema educativo. Los hábitos sociales y de conducta deben ser enseñados por las familias.

Se consiguió con aquella postura, desguazar los modelos, pretendiendo instalar otros distintos, que bebiesen en los elementos del aprendizaje colectivo e igualitario, como si alguien que no viviese la tolerancia –por ejemplo- como valor en su familia, nunca llegaría a ser tolerante si no se le imbuía de ello en la escuela.

El resultado está a la vista. Se ha conseguido una sociedad que presume de tolerancia pero que dia a dia, genera enfrentamiento con el orden establecido; en muchos casos lleva la intolerancia en su propia familia pero, eso sí, defiende la tolerancia universal, se manifiesta por las epidemias en lugares lejanos al tiempo que desprecia al vecino por ser diferente o simplemente lo desconoce, y sus problemas le traen al pairo. ¿acaso no es un sinsentido?

1 comentario:

Patakeiro dijo...

Estoy de acuerdo:
Sencillamente los profesores pasaron a ser "pseudo-educadores" y dejaron de enseñar como profesores, para dedicarse a corregir conductas que no les correspondían. Los padres dejaron de ser padres, porque querían ser colegas de sus hijos y perdieron la autoridad que debían tener y por eso ahora los chavales se dirigen a sus profesores como: "colega ¿qué dices?", en el mejor de los casos. Aunque si solo fuera esto, las faltas de respeto son constantes y la entidad del profesor se rebajó, para pasar de ser un profesor a ser "un gladiador" de conductas poco adecuadas.
En fin, como bien dices los iluminados de la educación, que no pisaron un aula en su vida.
Otru Javier