Llama poderosamente la atención la reacción que provoca en determinados sectores que se titulan progresistas (nunca saben explicar por qué), la simple posibilidad de que alguien discrepe con argumentos de sus teorías, de manera que, investidos de no sé qué autoridad, al no poder argumentar se dedican a calificar de manera bochornosa y habitualmente, insultante.
Así, en el momento en que alguien no coincide con sus posturas que vienen a defender acciones o iniciativas, inmediatamente es tachado de retrógado, sectario o simplemente facha. Y se quedan tan frescos.
No pasaría de ser anecdótico el tema, si el mismo no fuese elevado a la enésima potencia, tanto en cuanto al sonido mediático que lo inunda como al político que lo apoya. Incluso pretenden convencer de que la razón está en la cantidad de apoyos (racionalismo político), tomando como tales sus propias apreciaciones, y no en los hechos en si mismo que, son razonables o no.
Viene esto a cuento por la reacción desmedida que ha provocado en algunos medios progres (peyorativamente), que algunas mujeres hayan tomado la decisión de oponerse con sentido común y científico –además de natural-, a las ocurrencias de la ministra igualitaria en relación con el asesinato que peyorativamente llaman aborto. Es como si estuvieran esperando haber encontrado la luz eterna, ante la cual nadie puede oponerse, nadie puede opinar de manera diferente, sencillamente por ellos son los que van por delante de los tiempos y están en posesión del progreso. Y así, señalan que aquellos que están en contra del aborto son habitantes de la caverna, posiblemente porque los inquilinos de aquellas soluciones habitacionales muy probablemente fuesen incapaces de matar a inocentes por muy bestias que fuesen con los homónimos. Pero distinguían. Y lo hacían mejor que los descendientes actuales defensores de la muerte, pese a que su nivel cultural –si fuese consecuente- debería impedirles caminar por esos derroteros, cosas que no hacen, sencillamente porque han cambiado los valores de la naturaleza por el hedonismo más atroz, y lo que es peor, pretenden que todos bailemos con su música.
Alguien podría pensar que estamos en el último tramo de una civilización que ha perdido totalmente el norte, que se ha quedado sin referencias, sencillamente porque los que mandan se han encargado de desarmar anímicamente a la sociedad, partiendo de la máxima de que los votos dan o quitan razones.Y así empezaron algunos no hace mucho tiempo, y todos sabemos a donde nos llevaron. Pero la tozudez humana y su necedad es tan grande que repite los errores cada cierto tiempo porque siempre hay alguien encargado de mentirle y de envolverle el veneno con papeles democráticos.
Así, en el momento en que alguien no coincide con sus posturas que vienen a defender acciones o iniciativas, inmediatamente es tachado de retrógado, sectario o simplemente facha. Y se quedan tan frescos.
No pasaría de ser anecdótico el tema, si el mismo no fuese elevado a la enésima potencia, tanto en cuanto al sonido mediático que lo inunda como al político que lo apoya. Incluso pretenden convencer de que la razón está en la cantidad de apoyos (racionalismo político), tomando como tales sus propias apreciaciones, y no en los hechos en si mismo que, son razonables o no.
Viene esto a cuento por la reacción desmedida que ha provocado en algunos medios progres (peyorativamente), que algunas mujeres hayan tomado la decisión de oponerse con sentido común y científico –además de natural-, a las ocurrencias de la ministra igualitaria en relación con el asesinato que peyorativamente llaman aborto. Es como si estuvieran esperando haber encontrado la luz eterna, ante la cual nadie puede oponerse, nadie puede opinar de manera diferente, sencillamente por ellos son los que van por delante de los tiempos y están en posesión del progreso. Y así, señalan que aquellos que están en contra del aborto son habitantes de la caverna, posiblemente porque los inquilinos de aquellas soluciones habitacionales muy probablemente fuesen incapaces de matar a inocentes por muy bestias que fuesen con los homónimos. Pero distinguían. Y lo hacían mejor que los descendientes actuales defensores de la muerte, pese a que su nivel cultural –si fuese consecuente- debería impedirles caminar por esos derroteros, cosas que no hacen, sencillamente porque han cambiado los valores de la naturaleza por el hedonismo más atroz, y lo que es peor, pretenden que todos bailemos con su música.
Alguien podría pensar que estamos en el último tramo de una civilización que ha perdido totalmente el norte, que se ha quedado sin referencias, sencillamente porque los que mandan se han encargado de desarmar anímicamente a la sociedad, partiendo de la máxima de que los votos dan o quitan razones.Y así empezaron algunos no hace mucho tiempo, y todos sabemos a donde nos llevaron. Pero la tozudez humana y su necedad es tan grande que repite los errores cada cierto tiempo porque siempre hay alguien encargado de mentirle y de envolverle el veneno con papeles democráticos.
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