Siempre he tenido la certeza de que el hombre tiende a
engañar al hombre. No solo es un lobo para el hombre como dice el clásico. Pero
hasta ahora uno tenía la sensación de que el trilero era alguien inteligente
que con determinadas mañas engañaba al incauto cuando este pensaba que el
engañado era el otro y su “vergüenza” hacía que no lo contase.
Pero es que ahora lo que veo es que el engañador no es
inteligente, es listo y ocurrente y tiene muchísimas más herramientas que
antes. En algunos casos el engañador es la administración que dirige al
engañado hacia herramientas que éste no conoce o no domina, haciendo uso de una
autoridad jurídica (que no moral) que el mismo engañador se ha dado a si mismo.
Podemos hablar de cualquier organismo de la Administración,
sea local, autonómica, provincial o nacional. Y hablo que lo que realmente sé.
La (pen)última experiencia es con el
Catastro. Diez años llevo intentando que corrijan un gran error con respecto a
un inmueble con varios propietarios, cuyo recibo de IBI me pasan a mí por ser
el primero de listado. Pero se da el caso de que varios “propietarios” que
figuran en el listado, NUNCA HAN TENIDO NINGUNA PROPIEDAD en el inmueble, y sin
embargo otros propietarios del listado tienen la mitad de la propiedad que les
asigna el Catastro, e incluso un propietario real, no figura en el listado. Al
explicar todo esto al Catastro, me piden documentación e incluso gráficos en
archivos de imagen con no sé qué extensión. Incluso me piden documentación de
los NO PROPIETARIOS.
Estoy a la espera de que me indique cómo los NO PROPIETARIOS
deben documentar que no son propietarios. ¿se imaginan el absurdo?.
O también podemos hablar de una documentación que, por tercera
vez, me pide de nuevo una CCAA para justificar una petición de instalación de
autoabastecimiento energético de paneles solares, petición realizada hace dos
años y todavía en trámite. Y además la documentación han que remitirla por
medios electrónicos con lo que ello supone para los que no dominan ni tienen
esos medios.
Y es que hace veinte años nos dijeron que las nuevas
tecnologías venían para facilitarnos la vida y ahora observamos que, incluso
para tomar un café, necesitamos una App en el teléfono inteligente que tenemos
para llevar en el bolsillo, conectado con un reloj inteligente que nos avisa de
que activemos otro aparato que nos conecta con el auricular que llevamos en la
oreja. ¿es esto facilitarnos la vida?
Y todo ello parece programado para que cada vez seamos más
indolentes aunque presumamos de solidarios y lo que no nos toca es cosa de
otros. Hay millones de casos que explican esta decrepitud social y millones de
alertas que solo nos hacen gracia porque generalmente vienen apoyadas por imágenes
humorísticas que llaman memes.
Y somos cuatro los preocupados por las babayadas de Trump,
Putin o Maduro (por citar solo tres), porque a los demás solo les hacen gracia.
Todo lo anterior vaticina el derrumbe del sistema
democrático liberal, resumido ahora mismo a simple matemática. Algo parecido a
lo ocurrido en Alemania en 1933 que ya apenas recordamos a donde nos llevó.
Pero la mentira se está consolidando en nuestra sociedad y
aunque hay alguien dispuesto a combatirla, al final el mismo provoca y mantiene
la mentira. Ejemplo claro es la propia publicidad que observamos un dia y otro
sobre todos los temas. O los famosos tutoriales de internet que en un altísimo
porcentaje no sirven para nada, cuando no complican más las cosas a los que los
utilizan. O la información sobre el tiempo y su previsión. Depende de donde
miremos para observar que aunque no se oponen totalmente unas y otras
versiones, es difícil que algunas coincidan con la realidad.
La pregunta podría ser ¿Cómo saber con seguridad quien nos miente? Tiene muy difícil solución aunque ahora, quizás la Inteligencia Artificial podría ayudarnos. La corta experiencia es que ha venido (la IA) para engañarnos más. Pero siempre nos quedaría la duda de a quien reclamar cuando se confundiera.
Recordar que cuanto mas concisas son las explicaciones más fácil es el engaño. Se vé en los políticos. Siempre nos dan el resultado de la información (brevedad), pero nunca nos dicen cual ha sido su información. Tenemos que buscarla. Y eso creo que solo lo hacemos el 10% de la sociedad. Al 90% le vale con lo que digan los suyos. Y así nos va y nos seguirá yendo