miércoles, 8 de mayo de 2024

LA VIDA EN LA MENTIRA

 


A veces no soy capaz de distinguir si mis apreciaciones son reales o tienen que ver con la edad. Es indudable que la edad y la experiencia son elementos básicos para apreciar la intención de las cosas y las cosas en sí relacionadas con aquello que las acompaña. Los jóvenes (enfermedad que se cura con los años) dicen, cuando nos escuchan, que estamos en otra onda, en otro tiempo. Nunca te dirán que el haber estado en otro tiempo (que ellos desconocen) te dan elementos críticos para comparar realidades, hechos cuya naturaleza es la misma, estén en el tiempo que estén. Lo único que cambia es la cantidad de elementos que se encuentran entre la naturaleza del hecho y la realidad temporal del mismo. Y ahí está la clave: en el espacio entre su principio y su apreciación.

Está claro que en general falta espíritu crítico, el real, porque el del ruido, abunda y los que están en esa fase, incluso se llaman activistas. A falta de espíritu crítico, los mensajes (muy abundantes) que nos llegan, son muy simples, muy elementales, y cuanto más se simplifican las expresiones, más se alejan de la verdad. Hasta el antínomo de esta palabra (que siempre fue la mentira), ahora no es tal; es la postverdad.

A nosotros no nos llega el hecho y toda la información que lo ha generado; nos llega la valoración y el juicio del hecho. Y nos quedamos con eso. Parece ser que más del 60% de las personas que leen los periódicos, se quedan en los titulares. Estos, habitualmente aderezan la verdad con palabras que llamen la atención del lector (es lo que buscan). Y a veces esas palabras distorsionan muchísimo el contenido del hecho cuando se lee el contenido entero y se hace de manera comprensiva. Todo ello pese a que hay mensajeros que viven directamente de modificar la verdad.

El último ejemplo lo tenemos en un informe (¿) de un no sé que grupo técnico de la ONU y que según nuestros voceros mayores (gobierno) les da la razón en no sé que le preguntaron pero que tiene que ver con algunas leyes que están preparando los adversarios. No se nos dice quienes son ese “grupo técnico de la ONU”, cuantos y quienes; y para mas inri no se nos permite acceder al “informe” porque nadie lo ha publicado. Se nos priva de información para elaborar nuestro criterio. Claro que no les interesa que tengamos otro criterio distinto al que ellos nos ofrecen. ¡Pero es intolerable que los medios de comunicación no pidan esa información original!. Para satisfacernos se nos dice que “son la voz de su amo”, pero tampoco se nos dice fehacientemente quien es el amo (aunque en algunos casos se pueda intuir).

Y todo esto no es de ahora. Recuerdo que cuando entró en vigor la famosa LOGSE, uno de los elementos de discusión era que había que renunciar al aprendizaje memorístico. Quizás entonces empezó todo. No ejercemos la memoria y en consecuencia se atrofia y se nos van todos los elementos que nos permiten discutir o aceptar críticamente el hecho. Nos faltan herramientas de análisis y comparación. Y en esa situación, es normal que aceptemos las cosas como nos las ofrecen.


Pero los mayores todavía tenemos en la memoria algunas de esas herramientas y por eso somos más críticos con los mensajes. Por ejemplo y recordando que ahora es la ciencia publicitaria la que manda, un joven querrá comprar un coche de esos que la tele dice que nos cuestan 240 euros mes. Pero los mayores –como lo vemos imposible- leemos que antes hay que entregar 5.000 euros de golpe, y tres años después de la cuota mensual, otros 20.000 euros. Pero los jóvenes no hablarán de que les han mentido, diran que les han contado una postverdad.

Me gustaría estar aquí dentro de veinte años porque quisiera saber cual es entonces la realidad social. Pero va a ser dificil...

 

jueves, 25 de enero de 2024

 

Cuando hace algo más de veinte años nos dijeron que el tema de internet iba a mejorar nuestras vidas, nadie imaginaba que –al menos las APPs-, han venido a complicarla. Entonces teníamos en nuestra agenda diaria tres o cuatro cometidos que memorizábamos, temporalizábamos y resolvíamos. Ahora esos tres o cuatro cometidos tenemos que resolverlos con aplicaciones de móvil y en muchos casos, cada gestión conlleva cuatro o cinco cogestiones.

Me explico. El Gobierno se ha inventado una Carpeta Ciudadana en la cual está toda tu vida (estudios, carrera, oposiciones, domicilios, vida laboral…) Para entrar en ella, primero tienes que obtener tu Cl@ve y para obtener ésta, además de haberte registrado tienes que solicitarle un pin, después de identificarte con tu DNI y otros datos. Una vez enviado y pegado en el registro de la Carpeta Ciudadana, ésta te pide confirmación de tu teléfono mediante bloqueo o password. Finalizado el proceso, para conocer si tienes alguna comunicación, te redirige a una página que se llama Dehu (dirección electrónica habilitada única), en la cual debes volver a solicitar un pin a cl@ve y una vez introducido te mandan un código de validación… Y así sucesivamente. ¿es ésto mejorar nuestras vidas?.

Posiblemente la gente joven que nació con este maremágnum, no solamente lo acepte sino que les va genial. Lógico. El final del proceso tiene el 50% de acierto: o funciona o no funciona. Y generalmente cuando has sido capaz de controlarlo, van y te cambian los requisitos y el proceso.


Y vuelta a empezar.

Quizás los Smartphone, sustitutos de las linternas, tv, radios, cámara de fotos, eliminación de la pregunta social “me puede indicar…”, bancos, carnets, historial medico… hayan facilitado algunas situaciones y todo ello a través de su precio social de 150.000 de las antiguas pesetas que cuesta el artefacto… ¡Creo que estamos en el final civilizado, algo así como la caída del Imperio Romano en el siglo XXI¡

A algunos nos coge al final del camino y en el fondo nos alegramos de no ver la caída.

Pero, el que es algo observador y crítico puede observar que el marcaje y la manipulación es general y se ha instalado ya en nuestro día a día. La publicidad engañosa y libérrima, la orientación consumista, la estadística mentirosa y el bucle de que los están haciendo por tu bien, ya nos ha invadido. Y solo un cataclismo podrá evitar que el calcetín dé la vuelta sin saber lo que hay del otro lado. ¡que pena!

La última es el multiacuerdo de muchos periódicos y sus digitales. Ahora te dan la opción de aceptar las cookies, con lo que ello implica de que te aburran a publicidad, o pagar para leerlos. Cobran por la información. Algunos todavía se resisten pero yo tengo claro que para leer las mentiras y exabruptos, no pagaré.