LA MENTIRA ¿ nuevo valor social?
A veces no sé si mi efervescencia
mental y su desasosiego es cuestión de edad. Porque mis neuronas analizan los
hechos y situaciones actuales y tienden a compararlas con sus antecesores y la
valoración es penosa, muy penosa.
En tiempos no muy lejanos, las
mentiras tanto individuales como colectivas eran reprobables. Todos tuvimos
amigos y otros próximos que hacían de la mentira su comentario habitual. Todos
lo sabíamos y habitualmente el recorrido de sus cuentos chinos era muy breve.
Ni siquiera aquello de “me lo ha dicho fulanito pero ya sabes…”. Cuando eran
los adultos los que mentían, todavía eran más rechazados aunque en ocasiones
había entre ellos cierta conmiseración acudiendo al “es superior a él, no puede
evitarlo…”
Incluso cuando los políticos
mentían no solíamos tener herramientas para comprobar y en su caso combatir sus
mentiras. Para eso estaban los medios de comunicación que en muchos casos las
derribaban porque tenían más información que nosotros y además, tenían credibilidad.
Pero en los últimos años vienen
tan seguidas las mentiras y la falta de control de las mismas por los medios de
comunicación que, debido a la saturación de la memoria, como mucho uno recuerda
las dos o tres últimas. Siempre la lengua fue instrumento básico para expresar
el pensamiento y más concretamente para explicar algo. Pero últimamente la
lengua se ha convertido en el fin mismo. Ya es el “que bien habla”; no el “que
bien lo explica”.
Les invito a penetrar en el sentido de las expresiones porque
se empieza por decir que es igual que construya bien o mal las oraciones; lo
importante es que se le entienda. Y ello se observa claramente en los titulares
de las noticias, en los banner explicativos de la tele, en las expresiones de
los locutores… Hace no mucho tiempo había correctores de estilo; ahora los
correctores son los que acompañan a los editores de texto. Y así nos va.
Muchos entienden esto como
anécdota pero la derrota que llevan conseguirá que en un plazo corto la lengua
como la entendemos ahora, no servirá para nada y ocurrirá que la suavidad del
descenso nos lleve hacia el abismo. Y entonces ya será tarde.
Y solo estamos hablando de la
mentira lingüística. Algo parecido e igual de peligroso está ocurriendo en la
mentira política