No es ninguna novedad decir que las Redes sociales han
provocado una cantidad de cambios en los comportamientos humanos cómo no habían
ocurrido (al menos en cuanto a la rapidez) en ningún momento de la historia.
Como en todo, hasta dentro de algún tiempo, no se sabrá si la experiencia ha
sido buena o mala. Quizás haya tenido de todo como todas las experiencias.
Pero en lo que respecta a la comunicación humana, y sobre
todo a la colectiva, está claro que algunos elementos característicos de las
redes, favorecen comportamientos y pronunciamientos que, en comunicación real,
posiblemente no estuviesen presentes. Y no hablamos de las formas gramaticales,
sino de los contenidos de las conversaciones.
Solamente cuando se es mayor, se es capaz de valorar los
tiempos en una conversación. Ahora mismo, a mi me repatea el que alguien te
conteste cuando todavía nos has terminado tu intervención. Incluso asumiendo
que algunas intervenciones aportan un 90% de expresiones que no tienen nada que
ver con el núcleo de la opinión/pregunta; es decir, sobran. Y es que está de
moda el hablar dos o tres al mismo tiempo. Quizás por eso normalmente son
incapaces de entenderse, pero es que, en mi caso al menos, me levanta dolor de
cabeza.
Seguir algunas tertulias (y no me refiero solamente a las
inútiles que buscan el espectáculo en si mismas), son realmente insufribles.
Creo que si no existiesen las teclas de desconexión o silencio, nos volveríamos
locos. Y es que parece que el objetivo es hablar más que el otro aunque no
digas nada (y para eso nuestra lengua es riquísima).
Por eso la ventaja de las redes es que, como no hablas sino que
escribes, los tiempos son los que son. Lo cual a veces es una desventaja porque
no puedes alegar el típico “yo no dije eso”, sencillamente porque está escrito
y aunque “no hubieras querido decirlo”, ahí está. Por ello luego se inventan un
término para justificarse: está “descontextualizado”. Pero lo malo es que ha
quedado escrito.
Ahora vienen las redes ofreciendo la posibilidad de borrar
lo que has dicho. En algunos casos te dan hasta 30 segundos. A todas luces
insuficientes porque lo que has dicho lo has hecho al mismo tiempo que
escuchabas al otro, y estabas en “prevengan” sobre lo que creías que te iban a
decir.
Por eso no debe extrañarnos que nos saquen los colores al
recordarnos –y demostrarnos-, nuestros antecedentes, sobre todo cuando muestran
lo contrario de lo que predicas. Y a los mortales no están permitidas las
contradicciones (sobre todo cuando estás en política). Esto solo está permitido
a los religiosos porque u oferta suele estar en un tiempo del que no ha vuelto
nadie para demostrar la contradicción.