Como no podía ser de otra manera, la irrupción de internet,
su relativo anonimato y sobre todo la facilidad de su uso, ha conseguido que
proliferen las noticias y sus vehículos: la llamada prensa digital.
Y como ocurre habitualmente en estos casos cuesta muchísimo
separar el grano de la arena cuando están mezclados. Existen muchísimos blogs
personales con apariencia de periódicos digitales, en los cuales resulta
sencillísimo inventar y manipular noticias, sin que ello implique ningún tipo
de responsabilidad por cuanto detrás de la mentira se encuentra también la
libertad.
En buena lógica, una sociedad formada debería ser capaz de
distinguir cuando una noticia es cierta aunque esté algo manipulada, y cuando
es inventada. Pero por desgracia ese no es el caso de la sociedad española
porque cuando un español lee una noticia que le parece no habitual, tienen a
vocearla en todas direcciones, máxime si el contenido pone en candelero social
o político a alguien que no está precisamente en su línea de sentimiento (y a
veces pensamiento).
Esto que podría considerarse normal en un ciudadano de a
pié, se extiende también a los políticos (que debieran estar más informados) y
da lugar a situaciones y respuestas que podrían provocar situaciones más
graves. Algo así le ha ocurrido a una portavoz en el Congreso que, para
justificarse, ha tirado de una copia de un periódico digital (con prácticamente
una redacción inexistente) para justificar la mentira que ha comentado como
verdad. Y se ha quedado a gusto.
Algunos de los diarios digitales propietarios de cientos de
mentiras, se presentan (a veces) como humorísticos o lo que ellos llaman “políticamente
incorrectos”. Entienden que de esa manera quedan cubiertos de los efectos de
las mentiras que lanzan e incluso vienen a llamar analfabetos a aquellos que
las entienden –y luego pregonan-como verdades.
En unos tiempos en que la credibilidad general brilla por su
ausencia y la mentira campea a sus anchas, faltaba solamente la herramienta que
les diese aire, tanto a la falta de credibilidad como a la extensión de la
mentira. Y esa herramienta ya ha llegado y se llama internet
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