
Algún hortera dice que esa es la esencia de la democracia. Ese hortera suele ser el mismo que a una injusticia deportiva le llama grandeza. Las palabras. Las palabras que tenían un sonido especial en manos de los malabaristas de la lengua, de los escritores, los ensayistas, lo autores los poetas, etc, han pasado a ser utilizadas indebidamente por políticos generalmente poco cultos, y las han destrozado. Era lo poco que nos quedaba y también nos lo han podrido. Tambien en esto colaboran algunos periodistas y medios.

En el fondo se trata de dar niveles de credibilidad a quien, generalmente, no tiene ni capacidad. Unicamente cuenta con el medio y lo usa con una ligereza exagerada apelando a no sé qué tipo de libertad de expresión y al blindaje del secreto profesional. ¡Ya está bien!
Y mientras los políticos se dedican a inventar historias y atender asuntos que solamente a ellos les interesan. ¡Y les da resultado…! Porque consiguen que la gente acuda a la zanahoria. Tenemos claros ejemplos cada día, de manipulación, hasta el punto de que uno puede saber con antelación lo que va a decir tal o cual medio, tal o cual político, tal o cual periodista, sobre una noticia. Es algo, cada vez más parecido, a lo que ocurre con los futbolistas y los entrenadores: siempre dicen lo que los suyos quieren escuchar, incluso cuando lo que dicen es mentira.
¿Cómo es posible que –por no ir con sus intereses- incluso un Parlamento Regional se permita amenazar a un poder del Estado?¿Hasta donde nos va a llevar el revisionismo de nuestros dirigentes?. Seguro que, de continuar con la línea iniciada, muy pronto veremos de Magistrados de los Tribunales (desde el de Paz, hasta el Constitucional) a políticos elegidos por votación. ¡Y como lo son democráticamente…!
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