Cualquier observador objetivo (en caso de que exista la objetividad) con un minimo de observación, años y paciencia, puede comprobar que, cuando las izquierdas gobiernan en cualquier régimen democrático, la libertad se va constriñendo de manera agobiante, a través de una resignación casi bíblica, manifestada por la ciudadanía. Alegando derechos de carácter social –en muchos casos inventados- desaparecen o se limitan temerariamente otros de caracter individual. Hasta cierto punto se puede decir que, de ser duradero el camino, la socialización de los derechos básicos acabaría (la historia está llena de ejemplos) con la libertad como la entendemos desde hace más de 150 años.
Iniciado este escrito, se me ocurrió acudir a Google y lo primero que me salió fue, en la página del Rincon del Vago (¿donde si no?, la obra de Erich Frömm, filósofo y psicólogo alemán, que hablaba de un socialismo humanista, aún haciendo referencia a la pasividad (yo la llamo resignación) del hombre moderno. Claro que su distanciamiento y critica, tanto del socialismo extremo como del capitalismo, le acercó al anarquismo filosófico, doctrina que no deja de ser un liberalismo acérrimo, un individualismo asceta, porque el poder corrompe.
Porque, desde la perspectiva de las experiencias y los años, uno ha sido muy libre en su condición de funcionario, con la UCD; dejó de ser bastante libre en los tiempos del PSOE, para repescar cierta libertad de nuevo con el PP, y perderla casi definitivamente de nuevo con el PSOE de ZP. Y aunque se habla de sentimientos razonados, estoy seguro de que el análisis es muy compartido, al menos en la infantería del funcionariado.
Ahora observamos como desde algunos medios de comunicación (¡cómo les cuesta perder poder!) se sugiere la creación de un Comité Audiovisual (similar al catalán), para evitar algunas “tertulias” nacidas con la TDT, que no pasan por el hilo, o lo que es peor, que como tienen variados personajes, uno puede observar que, generalmente los próximos al poder, argumentan sus criterios desde posturas sectarias, no contrastables y además con origen en los mensajes repetitivos que los órganos partidarios ponen en sus argumentarios. Y así uno escucha de manera infumable cantinelas que le suenan como axiomas incuestionables pero que realmente no tienen forma de mantenerse desde un análisis de libertad y realidad.
De esta manera es necesario el sosiego para evitar boutades como las que generalmente pronuncian algunos iconos de la doctrina oficial y oficialista conocidos/das de todos. Sencillamente porque tienen miedo a la libertad, porque en el momento en que ésta aparece y permite responderles.
Por eso es tan importante evitar que nos las restrinjan. Que no nos engañen porque la tendencia natural del poder es esa. Y si ese poder está ejercido por los que se consideran dueños de la libertad (y su propaganda ha tenido éxito en esa línea), nos podemos esperar lo peor. Resistencia.
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