No, no se trata de percepciones de senectud, se trata de
sentido crítico absoluto. Cada vez nos engañan en más cosas y más gente. El
engaño ha pasado de ser un arte propio de espectáculos y ejercido por
verdaderos artistas en el entretenimiento, a ser una herramienta de desalmados
que utilizan tus propias limitaciones (a veces permitidas), para su propio
beneficio. De verdadero asco.
La publicidad suele ser el paradigma del engaño. Siempre se
entendió así y a pesar de ello, parece que cada vez más personas se creen las
ensoñaciones a pies juntillas. Incluso hace algunos años los que más engañan
(los políticos) se permitieron normalizar esta herramienta diciendo que la
publicidad que no fuese veraz en lo que anunciaba, sería multada como
publicidad engañosa. No solamente no consiguieron corregirla sino que parece
que la han abonado para que creciera. Y lo han
conseguido.
¿Recuerdan cuando ZP “retiró” la publicidad de la Televisión
Pública?. Ahora ya no les llaman anuncios; ahora son “promociones” de
promotores. Empezó siendo uno el promotor, ahora ya suelen ser como mínimo
cuatro. Se nos dice que lo hacen para reducir gastos de emisiones de programas.
Algo así como cuando nos dicen que aumentan los impuestos para mejorar la
sanidad y la educación, y ambos servicios siguen empeorando. Porque también el
Estado nos engaña de manera descarada. Y los peatones seguimos tragando.
En el plano público acuden a la finalidad del engaño. En el
plano privado acuden al precio irrisorio. Y uno piensa que si le van a cobrar 3
euros al mes por contratar una Plataforma de entretenimiento, es poco. Quizás
no recuerdan que ese es un nuevo paso, porque anteriormente era gratis. Y
dentro de poco subirán y subirán…
Y los ciudadanos, resignados hasta el absurdo. Hoy surge la
noticia de un caos ferroviario en Sevilla(caos repetitivo). Con la ola de calor,
los usuarios llevan ocho horas esperando soluciones. Cuando por megafonía
avisan de que se ha resuelto el problema, la gente ¡¡¡aplaude!!!.
Incomprensible. Pasa una hora desde el aviso y todo sigue igual. Realmente
somos idiotas y no tenemos remedio.
Y todo empieza generalmente por enjuiciar a “quien” habla,
en vez de analizar “lo que dice”, poniendo por delante de la verdad, el
instrumento que la anuncia o denuncia. Y también aquí los medios de
comunicación tienen mucha culpa