Nadie puede dudar de la crispación y enfrentamiento social
que provocan determinadas acciones o inacciones políticas. Mi opinión es que la
mayoría toman postura por sentimientos y no por razonamientos. Si atendemos a
la situación general, todo el mundo
tiene el criterio de que la política en general, y la clase política en
particular están totalmente enmierdadas. Aunque solo fuera por aplicación del
principio de oposición, sabemos que es imposible. Sin embargo la sensación
general es de asco.
¿Y por qué ocurre esto? Está claro que existen casos muy
llamativos que abonan el sentimiento, pero lo cierto es que, si esos casos se
aislasen, se informase de ellos con veracidad (no con verosimilitud), y fuesen
juzgados en un tiempo corto, no serían como nos los explican. Porque además,
las redes sociales a través de las memes (unidad básica de información política
actual), y las referencias sarcásticas con o sin imágenes, sustituyen
generalmente al análisis, incluso en los medios de comunicación más
investigadores. Importa más el tráfico del meme y del sarcasmo que su verdad.
A un principio de acción, le sigue otro de reacción, por eso
empiezan a aparecer en algunos lugares, los FactCheck, que son grupos de
personas que se enfrentan a la mentira o a la manipulación, explicando en las
redes y en tiempo real la verdad, en relación con la mentira que nos cuentan o
que está circulando. La gente se queda generalmente con la música de una
respuesta, pasando por alto la letra. Y nuestros políticos (ciertamente unos
más que otros) no se ponen colorados cuando hablan de lo que no saben ni
tampoco cuando mienten. Por eso sería necesario –para no tener la sensación de
que todo se va a la mierda- que alguien de manera inmediata nos subrayara las
mentiras, pero con información real.