sábado, 12 de septiembre de 2015

MIGRANTES


El follón mediático montado desde hace una semana alrededor de los sirios, afganos e iraquíes procedentes de campos de refugiados turcos y que atraviesan Europa ha traído consigo un nuevo lenguaje periodístico: los migrantes.

Quizás el término se haya acuñado para distinguirlos de los emigrantes que no escapan de guerras, sino de miserias (acaso la miseria no es una guerra sin enemigo), como dando a entender que dentro de la desgracia de ambos, las causas son elemento elitista para diferenciarlos.


Porque un migrante es el que migra pero no sabe a dónde;  si afuera o adentro. De todas formas el palabro ya se mantendrá. A veces me pregunto de donde habrá salido y por qué ese tiene éxito y otros no.

Está claro que una buena propaganda, con medios y estrategia adecuados, siempre triunfa. Sobre todo si tiene un mínimo roce con sentimientos. Al que se pregunta cómo alguien o algo puede comerle el “coco”, se le pueden dar muchísimas respuestas de la vida diaria. No hay nadie más influenciable y manejable, que el ignorante, el ineducado. Cuando una persona piensa por si misma, en base a argumentos y hechos, modulando los sentimientos, es muy difícil de manejar.

Ejemplo diario lo tenemos en los fanatismos. Incluso esos a veces tienen poco que ver con una educación previa de altura, y mucho que ver con ordenar las cosas, los criterios, incluso los sentimientos.  Evitariamos muchas incongruencias porque, díganme si no es incongruencia romperse la garganta pidiendo que se ayude a refugiados cuando en el propio edificio donde uno vive, tiene vecinos cono problemas similares o peores. Diganme si no es incongruente que miles de personas desfilen pidiendo ayuda para los animales, y sean incapaces de comprometer su bolsillo o su tiempo con una sociedad protectora.

Mi anécdota personal no hace más que afirmarme en lo cínica que es mucha gente. Recuerdo cuando con una APA imprimimos camisetas para ayudar a los centroamericanos afectados por el  Huracan Mitch, y nos pusimos a venderlas para remitirles la ayuda. Cuando un dirigente de Izquierda Republicana  -amigo e historiador- paso por delante, se la ofrecimos y nos dijo que no llevaba dinero (en aquel tiempo eran 150 pts la camiseta). Al decirle que se lo prestaba yo y ya me lo devolvería, dijo que iba a casa a buscarlo y volvería… Estamos esperándole. Y conste que estaba en todas las manifestaciones en las que había que pedir algo…

Pues en esta ocasión igual. Aunque ciertamente parece que les han adelantado los solidarios de verdad que ofrecen sus medios para ayudar. No sé si será solamente palabrería… Porque formas de ayudar hay cientos y no son solo de ahora