jueves, 20 de noviembre de 2014

Los nuevos justicieros


Es indudable que internet le ha dado la vuelta prácticamente a todo. Lo está cambiando todo. Es el tótem del siglo XXI y goza de una credibilidad realmente peligrosa. Es expresión habitual en las películas y en la calle. “Lo he visto en internet” “Me he enterado por internet”, son expresiones habituales que llevan en si mismo mucha materia de autodestrucción social. En general los contenidos dan también la posibilidad de contrastarlos y averiguar su verdad o mentira, pero la gente no los utiliza. Se queda con la expresión o el titular que encaja en su cabreo o en su postura o coincide con su ira. Son muy pocos los que dudan y buscan para conocer realmente. Y ello a pesar de que la duda es el camino hacia la verdad.

Y ese riesgo lo multiplican los periódicos on line porque nadie los vigila, ni los cuestiona. Yo he llegado al convencimiento de que no son rigurosos. Simplemente indagando en la  verdad delo que dicen. Es muy habitual ver un titular llamativo. Si uno le aplica el sentido común puede apreciar que es erróneo y en muchos casos mentira, pero llama la atención. No hablo de números pero noticias con titulares como éste: “Apresados con 126 kilos de hachís que tendrían un valor de 300 millones de euros en el mercado”. ¿acaso el autor no se dio cuenta de la barbaridad?. Pero es peor cuando aparece éste otro: “Fulanito, diputado corrupto del partido X, es miembro de tal Academia de Ciencias…”. Por curiosidad acudí a la web de la Academia donde están relacionados los miembros,  y no aparecía el nombre de Fulanito. La noticia me llegó a través de un amigo en su muro del Feisbú. Cuando se lo dije, lejos de cabrearse con el medio por su mentira, me comentó que también otros mienten… Demostraba que le importaba poco la verdad; lo que realmente le importaba era la coincidencia del titular con su estado anímico.
Cuando a uno se le ocurre ver o escuchar lo que se conoce como “entrevista” de algún personaje público con un periodista ya sabe a lo que se arriesga: a que el periodista roce la impertinencia en las preguntas, derroche cierta inquina en la forma de presentarlas y sí su entrevistado no responde al perfil que se había prefijado , le faltará tiempo para provocarle y para incluir en sus preguntas la respuesta que espera. Escuchando a los nuevos opinadores  uno observa que son los que saben de todo, y no conformes con ello parecen fiscales con intención de fijarse fama de duros para que al dia siguiente, ellos sean la noticia.
Cualquier expresión o titular de prensa se convierte de golpe en verdad verdadera, y aunque después se aclare el error o la mentira, siempre quedará un poso de duda porque, aunque no fuera cierto “lo parecía”.
Este es nuestro primer poder actual, no el cuarto como era antes. Y ojito, ojito…