Esta expresión es muy habitual en los medios de comunicación
en algunas situaciones y pretende eliminar ciertas responsabilidades desviando la intencionalidad de una noticia.
Cuando surgen problemas en relación con la veracidad o mentira
de la noticia, suelen defenderse diciendo que ellos son el soporte pero no el
origen y en ultimo caso aluden al secreto profesional o a la libertad de
expresión, como si ambas fuesen suficientes para cubrir los efectos de una
posible mentira.
En muchísimas ocasiones, determinada mentira utilizando el
altavoz de los medios, acaba imponiéndose socialmente hasta el punto que puede
dar origen a un hecho que se traslada en el tiempo y durante largos años,
quedando, en el peor de los casos, como leyenda. Si a ello unimos la general
vagancia de la ciudadanía por buscar la verdad,
o cuando menos poner en cuarentena cosas que el sentido común sugiere,
la noticia permanecerá en el tiempo y mas ahora con las nuevas tecnologías.
Así, numerosas mentiras a lo largo de la historia, se tienen
por verdades; numerosas fotografías manipuladas, se aceptan como reflejo
instantáneo de determinados hechos; incluso determinadas frases o ensayos, se
colocan en el haber de personas que se han
hartado de desmentirlo.
Si todo esto y más suele ser culpa del mensajero, ¿debemos
ser piadosos con él?. A mi juicio no,
por la sencilla razón de que, de no haber intervenido es muy probable
que la mentira o el hecho que se publica sin contrastar, no hubiera alcanzado
la notoriedad que tiene.
Soy consciente de que el campo para regular la veracidad de
la información es muy resbaladizo pero no puedo admitir que se asuma –en
principio- como intocable o inviolable, sencillamente porque puede haber
torticeros que abusen de ese limbo para conseguir que no se cumpla lo de que
“antes se coge a un mentiroso que a un cojo” o que “la mentira tiene las patas
muy cortas”.
Hoy mismo, con los instrumentos que se tienen, los
argumentos peliculeros, y las historias sociales, cualquiera, sin ser muy
inteligente, puede inventarse una “barrila” con un guión atractivo para la
publicidad, llevarlo a un medio de comunicación y a partir de ahí, abrir un
abanico que dé para hablar y comer a muchos durante bastante tiempo. Y tenemos muchos ejemplos presentes.
La expresión jurídica de “colaborador necesario” debería ser
aplicada cuando la noticia entra en los juzgados como consecuencia de la
denuncia de los afectados (los cuales, aunque la justicia les dé la razón, ya
quedan tocados, y no por el hecho, sino por la difusión), siempre que el medio no demuestre que ha hecho lo imposible
para probar la veracidad de lo publicado, habiéndose limitado a recogerlo sin
mas.
Alguien dijo en alguna ocasión leyendo una noticia cuyo
contenido le tocaba en primera persona y no se parecía absolutamente en nada a
la realidad, que, “si de lo que sabemos directamente nos cuentan esto, que no
harán con lo que no sabemos”, que es la mayoría de los casos.