Al igual que millones de españoles, soy usuario habitual de alguna red social (¡vaya nombrecito¡). No tengo muchos amigos en comparación con alguno de los que me acompañan. Sin embargo soy consciente de que en el plano real, tengo muchos más de los que virtualmente figuran conmigo. No ocurre lo mismo con algunos de los que me acompañan.
Es muy claro el caso de los militantes políticos (con sueldo o sin sueldo), que aparecen con cientos de amigos virtuales (no sé si reales). Algo así como si hubieran cogido el listado del partido y hubieran solicitado amistad con todos ellos, suponiendo que no sea el propio partido el que promueva esas amistades.
Está claro que aquello de que los amigos los elige uno, no vale para la actualidad virtual. De repente aparece en tu perfil que fulanito (al que no conoces de nada) tiene tres amigos en común contigo. Indagas un momentín, y observas que pertenecen al mismo clan. Incluso te preguntas cómo es posible que se conozcan. Y la red te invita a que lo invites; y encuentras sus comentarios hechos a alguna expresión del que realmente es tu amigo real. Y lo peor es que tienes que aguantar leyendo, sandeces e idioteces. Está bien que se las aguantes a tu amigo que para eso lo es, y él aguanta alguna tuya, pero aguantar las de los demás por aquella imbecilidad de que “los amigos de mis amigos son mis amigos”... La expresión estaba bien para la canción, pero nada más.
Se habla de los valores de las redes sociales, la comunicación, la velocidad de información… Solamente algunos hablan de sus aspectos negativos, alguno de los cuales no hacen sino incidir en los problemas de nuestra época e incluso llevan a la paradoja de que, cuanto menos nos comunicamos en la vida real, más lo hacemos en la virtual.
Yo estoy convencido de que, en principio, las redes sociales virtuales no son malas en sí. Pero lo que está claro es que hace falta una profunda educación humanística para usar las mismas en el campo de los sentimientos. Y nos falta. Incluso entiendo que una gran parte de la misma se ha perdido. Y por eso circulan ocurrencias por las redes que pueden tener su gracia para un programa cómico de tv, o la venta de un comic para leer en el baño, pero no pasan de ahí.
Llama también la atención las ñoñerías que se escriben, los deseos que se manifiestan, las posturas que se exhiben. Claro todas son totalmente gratuitas: las escribes y ahí quedan. Pero lo que a mi me llama más la atención es el listado de los “amigos”, al extenderse a los amigos de mis amigos, y luego a los amigos de mis amigos de sus amigos…